Sociedad
Empieza el cónclave: los cardenales electores se encierran en la Capilla Sixtina para escoger a nuevo Papa
Esta noche será la primera fumata en la plaza Sant Pere, donde se han reunido un gran número de fieles

Uno de los cardenales jura el cargo antes de iniciar el cónclave
Los 133 cardenales que tienen la tarea de escoger al próximo papa ya están encerrados en la Capilla Sixtina. Tal como estaba previsto, el cónclave ha empezado puntualmente a primera hora de la tarde con la llegada de los electores preparados con un traje rojo que recuerda a los mártires del cristianismo. Antes de cerrarse, los cardenales han hecho en una procesión solemne mientras entonaban una letanía encomendándose a los principales santos de la Iglesia católica para que los inspiren en la elección del pontífice que tiene que suceder Francisco. Esta misma tarde habrá una primera fumata en la plaza San Pedro del Vaticano, donde al mediodía ya había centenares de fieles y curiosos, así como un enorme despliegue policial y de medios de comunicación de todo el mundo.
A pesar de ser un procedimiento eclesial, la elección de cada papa convierte el Vaticano es un resumen de las tensiones globales y en un pulso entre los sectores progresistas, que dan casi por hecho un papa continuista con respecto a Bergoglio, y los más conservadores, aparentemente más minoritarios, que quieren rectificar ciertos procesos de apertura. De hecho, hace días que buena parte de los cardenales que tienen que decidir al futuro papa ya están en el Vaticano discutiendo los principales problemas de la curia y de la iglesia en general.
Procesión, juramento y 'extra omnes'
Después de la misa 'pro eligiendo pontifice', celebrada esta mañana para dar pistoletazo de salida al día del inicio del proceso de elección papal, los cardenales han comido en la Casa Santa Marta, a unos metros de la basílica de San Pedro, su residencia durante el cónclave. Sobre las tres y media de la tarde, se han desplazado a la Capilla Paulina, en el Palacio Apostólico, donde han celebrado una plegaria y se han desplazado con hábitos corales en procesión en la Capilla Sixtina.
Una vez han llegado, y bajo los frescos renacentistas de Miquel Àngel como el 'Juicio Final', cada uno de ellos se han inclinado en el altar antes de ocupar sus lugares mientras han entonado el cántico 'Ora pro nobis', la letanía de los santos. Cuándo ha acabado la procesión y se han ido sentando, se han quitado el sombrero, han entonado el himno ‘Veni creator spiritus’ y han hecho un juramento individual sobre el secreto de las deliberaciones, que ha empezado el cardenal secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin.
Alrededor de tres cuartos los seis menos cuarto de la tarde, el maestro de ceremonias ha dicho "extra omnes", una expresión que quiere decir "todo el mundo fuera", para indicar a todo el mundo que no se puede quedar a las votaciones. Acto seguido se han cerrado las puertas de la Capilla Sixtina con llave, y se espera que se haga una reflexión sobre la trascendencia del momento y que empiece la primera y única votación del día, cuyo resultado se determinará por la noche con la fumata negra o blanca.
Un momento «difícil y complejo»
Esta mañana, los cardenales se han reunido en una misa en el Vaticano donde se han conjurado por escoger a un pontífice hábil por un momento "difícil y complejo". "El mundo de hoy espera mucho de la Iglesia", les ha avisado al decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, en la homilía que ha pronunciado durante la misa 'pro eligendo' que ha tenido lugar en la basílica de San Pedro. "Rogamos para que el Espíritu Santo, que en los últimos cien años nos ha dado a una serie de pontífices verdaderamente santos y grandes, nos regale un nuevo papa según el corazón de Dios", ha apuntado. Según su opinión, el cónclave es "un acto de máxima responsabilidad humana y eclesial" que el mundo sigue con atención.
Si no hay papa, después de la fumata de este miércoles empezará un calendario apretado con votaciones mañana y tarde. Jueves –y también viernes y sábado si es necesario– se celebrarán un máximo de cuatro votaciones, dos por la mañana y dos por la tarde. Si se escoge pontífice a la primera votación de la mañana, la fumata blanca se dejará ver en torno a las 10.30 horas. En caso contrario, no habrá en aquel momento, sino después de la segunda de la mañana, en torno a las 12.00 horas, que será blanca o negra dependiendo del resultado del segundo escrutinio. Durante las tardes, a las 17.30 horas podría ser el momento de una potencial fumata blanca, y si no es el caso, hacia las 19.00 horas la chimenea marcará el desenlace final de aquella jornada.
Seis de cada debe cardenales, no europeos
El proceso de elección del nuevo pontífice estará a manos de un colegio cardenalicio de una setentena de nacionalidades. La italiana es la más numerosa como ha pasado tradicionalmente, pero pierde peso con en torno a uno de cada diez electores. Actualmente, el censo de cardenales está formado por 252 hombres, pero sólo 133 de ellos –los menores de 80 años– podrán votar. Dos más, los arzobispos eméritos de Valencia, Antonio Cañizares, y de Nairobi (Kenia), John Njue, también tienen derecho, pero no lo harán por motivos de salud.
En esta ocasión, un 39% de los papables son europeos, mientras que los asiáticos son los segundos con mayor presencia (17%), por delante de los africanos (13%), los de la América del Sur (13%) y los de la Norteamérica (12%). Los cuatro de Centroamérica y los cuatro originarios de Oceanía representan en total al 6% de todos los electores. Por países, Italia sigue siendo la nación que aportará más candidatos a suceder a Jorge Mario Bergoglio, con 17 de los 135 papables, aunque su influencia se diluye con respecto al cónclave que eligió a Francisco, ya que entonces eran 28. Los Estados Unidos son la segunda nacionalidad, con diez; el Brasil, la tercera, con siete; y Francia, la cuarta, con cinco.
El cardenal arzobispo de Barcelona, Joan Josep Omella, es el único elector entre las diócesis catalanas, y es uno de los más viejos entre los participantes del cónclave, ya que cumplió setenta y nueve años el día de la muerte del papa Francisco, el 21 de abril. El participante más joven es Mykola Bychok, un prelado ucraniano de 45 años que ejerce en Melbourne (Australia) y que fue nombrado cardenal por el papa Francisco el diciembre pasado. Todos los purpurados, también los octogenarios y nonagenarios, son elegibles, y de hecho sobre el papel no hay restricción sobre la identidad del elegido, pero con toda seguridad lo será uno de los 133 cardenales electores.
Hace cuatro meses, Francisco nombró una veintena de nuevos cardenales, y con estas incorporaciones, 108 de los 135 elegibles, un 80%, han sido escogidos por el líder de la Iglesia Católica que murió el mes pasado. El resto fueron nombrados por Benedicto XVI, excepto cinco que lo fueron por su predecesor, Juan Pablo II.
Una treintena de votaciones abiertas
Entre todos los participantes, tres serán designados 'escrutadores' por sorteo, y su tarea será la de contar las papeletas y quemarlas cuando el resultado sea claro. Si no hay consenso durante cuatro días de votaciones, es decir, 12 o 13 votaciones si el primer día hay, el proceso se detendrá un día entero –que sería el domingo 11 de mayo– y se reanudará con siete votaciones más a lo largo de dos días, que darán paso a otro día de descanso, y así sucesivamente dos ocasiones más.
Si la situación sigue sin resolverse después de estos 33 o 34 escrutinios a lo largo de unos 13 días, alrededor del 19 de mayo, a partir de entonces serán elegibles sólo los dos candidatos con más votos en la última votación en que todo el mundo podía ser papable. La norma de los dos tercios de apoyos, sin embargo, continúa, y por lo tanto no hay límite de votaciones.
Una vez un cardenal recibe bastantes apoyos, el primero de los cardenales, por orden y antigüedad, pregunta al escogido si acepta ser el nuevo sucesor de san Pedro y, justo después, le pregunta qué nombre escoge. Justo posteriormente, ya se lo considera sumo pontífice y obispo de Roma y el cónclave se disuelve, excepto si el nuevo pontífice dispone alguna otra cosa. Gracias a una quema de las papeletas y una serie de componentes químicos, las votaciones fallidas se anuncian en el exterior con una columna de humo negra que sale de la Capilla Sixtina mediante una chimenea, la fumata negra –si ha habido dos escrutinios fallidos en una mañana, la chimenea sólo se activará una vez, después de las dos. Cuando hay una votación exitosa, la columna de humo es blanca –fumata blanca. Eso precede en unos minutos el anuncio del desenlace con la frase "Habemus Papam" en el balcón de la Basílica de Sant Pere y el nombre del escogido, que se espera que dé una bendición 'urbi et orbi'.
Tagle, Parolin y un candidato de Trump
Como ha pasado en anteriores cónclaves, los días anteriores a la elección han servido a la prensa para situar los cardenales que, aparentemente, tienen más posibilidades de ser escogidos, los conocidos como 'papables'. En esta ocasión medios especializados, expertos y casas de apuestas coinciden en señalar tres nombres dentro de la rama de los "continuistas" de Francisco.
Se trata del filipino Luis Antonio Tagle (67 años), considerado de perfil abierto y carismático; del actual secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin (70 años), exponente moderado, experto diplomático y conocedor de la curia; y de Matteo Zuppi (69 años), presidente del episcopado italiano y muy posicionado a favor del pacifismo, los pobres y los migrantes.
Por el lado conservador hay varios nombres, aunque han sonado menos fuera de los círculos vaticanos. Uno de ellos es el húngaro Péter Erdö (72 años), contrario a la apertura hacia los colectivos LGBTI y defensor de los valores "tradicionales". En este grupo también hay el guineano Robert Sarah (79 años) o el estadounidense Timothy Michael Dolan (75 años), considerado el candidato de Donald Trump para suceder a Sant Pere. De hecho, el presidente no ha escondido su interés por el cónclave y hace unos días difundió una imagen hecha con IA donde aparecía él mismo convertido en papa, un montaje que la Casa Blanca compartió también.