Reyes
Las cartas de los deseos y sueños reusenses
Los pajes reales empezaron a recoger ayer las cartas de los niños en la plaza de la Libertad, tarea que continuarán el 2, 3 y 4 de enero

El paje real del Rey rubio recogiendo la carta de una niña en la plaza de la Libertad.
Quizás a primera vista sólo parecen trozos de papeles rectangulares escritos con una caligrafía que evidencia que el autor justo acaba de empezar a aprender a escribir. Así y todo, las cartas a los Reyes de los niños son mucho más, contienen los deseos y sueños de toda una generación de reusenses que ven en los pajes los emisarios de unos seres divinos capaces de visitar todos los hogares de la ciudad en una sola noche. Por este motivo, desde ayer tarde una larga cola de familias visitó en la plaza de la Libertad la Factoría Real, donde los pajes se han instalado para recibir a los chiquillos y recoger sus cartas. Incluso, estos los acompañan en una breve visita por sus instalaciones, donde descubren algunos detalles más de la historia de Melchor, Gaspar y Baltasar y como estos se conocieron gracias a un cometa mágico.
Poco rato antes, una docena de familias ya se había colocado ante la entrada y pocos minutos después de abrir esta cola no hizo nada más que crecer. Los niños, ilusionados, visitaban las instalaciones guiados por los pajes de Sus Majestades los Reyes de Oriente, para finalmente acabar ante la presencia de los pajes reales que recogían diligentemente sus cartas. El representante del Rey Blanco, risueño, preguntaba a los niños cuáles eran sus deseos para este año, mientras le colocaba caramelos en la capucha del anorac. ¡«No te los comas todos de golpe, o podrías tener caries»!, los advertía. El paje real del rey Gaspar, con gesto serio, reconocía a un niño la buena caligrafía de la carta: «Así la podré leer mejor». Por su parte, el paje del Rey Baltasar se mostraba afectuoso con los menores y les preguntaba si este año se habían portado bien, cuestión a la cual respondían con una sonrisa traviesa.
Organización
Finalmente, el cartero real se encargaba de recoger todas las cartas y ordenarlas en una gran estantería clasificada según los múltiples barrios de la ciudad. ¡«Así lo podemos enviar al almacén de manera que Sus Majestades ya lo tienen todo bien ordenado»!, apuntó el cartero, que sólo los primeros minutos ya recogía un buen puñado de cartas. Una evidencia que Sus Majestades, tienen mucho trabajo por anticipado, una que sólo ellos serán capaces de alcanzar.