Entrevista
Josep Gabriel Lluís: «Cada vez el mundo es más complejo y el instituto acaba siendo un reflejo»
El exdirector del Instituto Baix Camp se jubiló el pasado 19 de diciembre. Lluís apunta la falta de recursos para atender un sistema inclusivo

Fotografía de Josep Gabriel Lluís Queralt, exdirector del Instituto Bajo Campo.
¿Cómo llegas al momento de la jubilación?
«Siempre digo que hay dos sentimientos. Por una parte, tengo 60 años que eso siempre impresiona, y por el otro contento y satisfecho de haber trabajado de una cosa que me gusta. Llego nada quemado, pero me hace ilusión pasar a hacer otras cosas y descansar. Me siento en forma para continuar, pero también está bien descansar y dedicarte a otras cosas».
¿Siempre habías sabido que querías dedicarte a la enseñanza?
«Desde los 15 o 16 años lo tenía muy claro. Además, yo soy profesor de filología clásica, de latín y griego, las salidas prácticamente se limitan a la educación. Y desde pequeño me gustaba, me dedicaba a dar repaso y me sentía bien. A mí me gusta mucho explicar, pero sobre todo mi materia. Explicar lo que a mí me apasiona me encanta y creo que nos pasa a todos».
¿Y cuándo empezaste profesionalmente?
«Desde los 23 años. Acabé la carrera de Filología clásica, y al año siguiente ya aprobé las oposiciones».
¿Y dónde empezaste?
«Empecé en la Ametlla de Mar, que fui director también del 96 en el 2000, y en el 2000 aterricé en el Baix Camp».
Han sido 25 años en el Instituto Baix Camp, 14 de ellos como director
«Sí. 6 de cabeza de estudios, del 2005 en el 2011, y del 2011 hasta el 2025 como director».
Te implicaste en el equipo directivo muy rápidamente
«Ya venía de un centro donde había asumido el cargo de director, pero yo soy de Reus y cuando salió una plaza en Reus la cogí. Yo estaba muy bien allí, pero ahora podía venir caminando a trabajar».
¿Prefieres hacer de profesor o de director?
«Ser profesor. A mí lo que me encanta es explicar mis materias. Ahora bien, por mi carácter dinámico, activo, que me gusta coger el liderazgo porque me motiva ser director. Pero explicar en una clase lo que en mí me gusta es lo que más me satisface».
¿Hace falta que a un profesor lo apasione aquello que tiene que enseñar?
«Es fundamental. Puedes explicar una cosa que no te gusta, pero entonces no lo transmitirás igual. Todos hemos tenido profesores que nos han marcado y seguro que era una persona que explicaba con pasión. Y eso no es una cosa que pasa con los profesores, sino con cualquier persona a pie de calle».
¿Te apasionaba desde bien joven la filología clásica y los romanos?
«Lo descubrí al instituto. Una cosa que siempre me ha gustado es que el latín es la base en las letras, donde pivota todo desde un punto de vista lingüístico para nosotros».
Una pregunta que los jóvenes normalmente hacen a sus profesores es la de: «I a mí eso, de lo que me servirá»?. ¿Te lo han hecho mucho?
«Es muy típico. Yo en broma siempre les digo que no sé si les servirá, pero a mí me sirve para ganarme la vida. Hablando seriamente, quizás cuándo eres joven no lo acabas de entender, pero con el tiempo se dan cuenta de que nuestra herencia es grecolatina, muchas veces desconocida. Conocer nuestras raíces nos permite saber mejor qué somos».
¿Cómo definirías la tarea de un director?
«Es muy complejo. Como director tienes el reto de aplicar las políticas educativas del Departamento y uno de los principales problemas es que el Departamento es demasiado variable. He sido 14 años director y he visto pasar a 6 o 7 directores de servicios territoriales, eso no es normal. Hasta que en este país no se pongan de acuerdo a hacer un plan de educación, sea cuál sea, con una visión de 10 o 15 años, y ya veremos si funciona o no, las cosas serán difíciles. A veces los directores nos encontramos con que tenemos que aplicar cosas que en cuestión de 2 años cambian».
¿Los cambios de colores acaban siendo un problema?
«No lo tendrían que ser. Hacen estrategias a cuatro años vista y por las razones que sea aquel partido político salta por los aires y también lo que ha hecho. Eso en el mundo de la educación y en el de la sanidad creo que no tendría que ser así y se tendrían que establecer unos consensos mínimos».
¿En qué aspectos afectan a estas políticas en el centro?
«La forma de explicar y otras cuestiones que acaban afectando a la calidad educativa. Quizás el alumno no será consciente, pero vamos de un lado al otro. También está el tema de los recursos. Está muy bien diseñar políticas educativas, pero si no hay una memoria económica que los acompañe no sirve de nada. Por ejemplo, la inclusión es fantástica y soy un firme defensor, pero si quieres inclusión necesitarás recursos o no darás el servicio adecuado».
Hablamos de inclusión en unos años de fuerte llegada de familias de fuera. ¿Cómo lo afrontáis los institutos?
«Los profesores acabamos asumiendo cosas por las cuales no estamos lo bastante preparados. Sobre todo los de secundaria, que son licenciados en química o catalán, pero no son psicólogos. Aquí hacemos el que podemos y lo que necesitamos son más recursos. Creo que todo el mundo en el mundo educativo está totalmente a favor que todo el mundo esté integrado en el sistema, pero cuanto más recursos tienes, mejor trabajas. Y cada vez el mundo es más complejo y el instituto acaba siendo un reflejo de lo que pasa fuera, si el mundo es complejo, nosotros lo recibimos dentro».
¿Ha cambiado mucho el sistema educativo desde que empezaste a ahora?
«La LOGSE fue un antes y un después. Antes había mucha gente que estaba fuera del sistema y había aquello de qué los que servían, hacia Bachillerato, y los que no, hacia FP. La LOGSE empezó a cambiar el ecosistema que todavía se ha ido complicando más. Aquí en el Instituto Baix Camp tenemos 1.800 alumnos entre ESO, Bachillerato, grado medio y superior. Eso es mayor que un pueblo».
Hace un tiempo se hablaba bastante mal de las FP en comparación con las carreras universitarias. ¿Está cambiando?
«Sí, está cambiando bastante. La gente se ha dado cuenta de que puedes hacer un grado superior y estar más buscado que algunas carreras universitarias, y además con trabajos muy dignos y con buenos sueldos. Al fin y al cabo, una empresa necesitará a un ingeniero, pero después quizás necesita a 10 técnicos superiores por debajo».