Sociedad
No me distraigas, estoy trabajando
El ONCE explica a la ciudadanía el trabajo que desarrollan los perros lazarillo y como se tiene que actuar ante ellos

El instructor Manuel de la Dehesa y el perro lazarillo Yudi, completando el circuito de obstáculos para entrenar el animal.
En Hudson se ha convertido en un miembro más de la familia de Eliseo Figuera. De cabellera negra, sigue Figuera allí donde va. No es un mero acompañante, sino que, en realidad, es su guía. Ya lo advierte la etiqueta que lleva colgando: «No me distraigas, estoy trabajando». «Allí donde va, te lanzas; tienes tanta confianza en él que el bastón no puede competir con un perro lazarillo», relata a Figuera. «Ir con un bastón es ir en un 600 y con lazarillo, en un Ferrari,» añadía Laia Plana. Los dos son usuarios de perro guía.
La Fundación ONCE del Perro Guía organizó ayer por la mañana una exhibición para mostrar a la ciudadanía y, en especial, a los más pequeños cómo se trabaja con los perros para que sean de ayuda para las personas con discapacidad visual. «Para las personas ciegas, son nuestros ojos», expresó al delegado territorial de ONCE en Cataluña, Enric Botí. En la jornada, que tenía por lema Mucho más que un perro, los instructores Manuel de la Dehesa y Elena Molina explicaron el proceso de adiestramiento de los animales para que sean capaces de superar retos como subir o bajar escaleras, atravesar pasos de peatones o evitar que su dueño choque con obstáculos que pueda encontrarse en la vía pública. Los concejales Dolors Vázquez, Enrique Martín y Anabel Martínez completaron un recorrido con la vista cubierta por un antifaz, orientándose gracias a la presencia del animal. «A través de sentirse en la piel de otras personas es cuando se consigue un ejercicio de empatía», comentó Martín, concejal de Salud y Deportes.
El director del ONCE en Reus, Fran Sánchez, remarcó que el lazarillo «no sólo es una forma de tener movilidad segura». «Es un miembro más de tu familia, lo amas muchísimo, porque cada día te da lo mejor y no te pide nada», comentó.
En la actualidad, el tiempo de espera para que una persona ciega reciba un perro lazarillo es de unos tres años. Botí explicó que el periodo de entrenamiento y habituación hasta que está en disposición de entregar el casa es «lente». Con todo, este se ha alargado los últimos años a raíz de un aumento de la demanda. «El perro lazarillo se ha convertido en un elemento de movilidad segura», certificó. Para intentar aligerar la lista y reducir los plazos, se están ampliando las instalaciones de la escuela de perros lazarillo, ubicada en Boadilla del Monte (Madrid). «Habrá más perros y esperamos que se pueda inclinar el tiempo de espera», desea Figuera.
Elena Molina, entrenadora de la escuela de perros guía, explicó que el adiestramiento del animal se divide en dos fases. La primera consiste en adoptar las bases de los aspectos que implicará el trabajo. El entrenamiento avanzado se centra en el encaje con el usuario para que la unión funcione. Entre los aprendizajes que adquiere, se incluye rechazar comida o, incluso, desobedecer, en caso, por ejemplo, que el dueño dé la señal de avanzar, pero que se acerque un vehículo que pueda causar un accidente.
En sus 35 años de historia, la Fundación ONCE del Perro Guía ha entregado más de 3.700 perros, siendo cerca de mil los que actualmente caminan al lado de personas ciegas por las calles y pueblos. En Cataluña, hay 144 perros lazarillo, 11 de ellos, en la provincia de Tarragona, y 4, en Reus. Hay que recordar el derecho de acceso universal de los perros guía en los espacios, establecimientos y transportes de uso público.
 
                