Sociedad
El pueblo de Tarragona que está rodeado de piscinas naturales y exuberantes cascadas
Ofrece un entorno lleno de pozas naturales, saltos de agua y senderos que atraviesan paisajes espectaculares

Desde Bot se puede caminar hasta las piscinas naturales de la Fontcalda.
El pequeño municipio de Bot, en la comarca de la Terra Alta, se ha convertido en uno de los destinos más sorprendentes para quienes buscan naturaleza, tranquilidad y baños refrescantes lejos de las zonas más masificadas. Con apenas 600 habitantes, este pueblo del interior catalán ofrece al visitante un entorno repleto de pozas naturales, saltos de agua y senderos que atraviesan paisajes espectaculares. Una escapada ideal para quienes desean desconectar del calor.
En plena temporada estival, muchos turistas optan por la costa sin saber que el interior tarraconense esconde rincones únicos. Lejos del bullicio de la playa y del turismo masivo de la Costa Brava, Bot se postula como una alternativa menos conocida pero igual de atractiva. Sus entornos acuáticos, como Les Olles o los manantiales cercanos, ofrecen zonas de baño naturales rodeadas de vegetación y formaciones rocosas.

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Uno de los principales reclamos de la zona es la Vía Verde de la Terra Alta, una antigua línea de tren reconvertida en ruta cicloturista y de senderismo que atraviesa túneles excavados en la montaña y valles frondosos. A lo largo de sus 26 kilómetros, el camino permite acceder a varios puntos naturales de interés. Desde Bot, por ejemplo, se puede caminar durante algo más de una hora hasta las piscinas naturales de la Fontcalda, conocidas por sus aguas termales y entorno montañoso.
También destaca el paraje del Forat de la Donzella, un rincón escondido entre barrancos y fuentes, ideal para una excursión corta con recompensa final en forma de baño. Sin embargo, las auténticas joyas acuáticas de la zona son las Olles de Bot, pozas profundas y de aguas cristalinas que se forman en el cauce del río Canaletes. Aunque se puede llegar a pie desde el centro del pueblo, también hay acceso en coche hasta un aparcamiento cercano, lo que facilita la visita.

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Más allá de su riqueza natural, Bot conserva un pequeño pero interesante patrimonio arquitectónico. La iglesia de Sant Blai, de estilo renacentista, domina el perfil urbano con su piedra trabajada y su sobria elegancia. Junto a ella, la Casa Paladella, una antigua residencia noble del siglo XVII, recuerda el pasado señorial de este enclave rural, que ha sabido mantenerse ajeno al turismo de masas.
Bot es un ejemplo perfecto de cómo los pueblos del interior pueden ofrecer experiencias únicas sin necesidad de grandes infraestructuras turísticas. Con rutas bien señalizadas, paisajes que invitan a la calma y piscinas naturales de gran belleza, se presenta como un destino imprescindible para quienes buscan reconectar con la naturaleza este verano.