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El pueblo de Tarragona lleno de relojes de sol, bodegas y casas señoriales

Este lugar también impresiona por sus calles empedradas y sus escaleras que ascienden entre restos de muralla

Imagen de Porrera.

Imagen de Porrera.Pep Duran

Daniel Cabezas Ramírez

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Porrera, una pequeña localidad del interior de Tarragona, ha despertado el interés de National Geographic por su belleza singular, su historia vibrante y su valioso patrimonio cultural. Enclavado en el corazón del Priorat, este pueblo escapa del radar turístico masivo pero dispone de algunos de los rincones más auténticos y pintorescos de Cataluña

Aunque hoy es célebre por su vino, Porrera debe su nombre al puerro, cultivo que abundaba en sus fértiles huertas. Su historia se remonta a la Edad Media, cuando pasó de ser un territorio despoblado a un enclave estratégico disputado entre nobles y órdenes religiosas. Fue parte de Siurana hasta finales del siglo XII y posteriormente quedó bajo el dominio de la cartuja de Escaladei, lo que marcó el inicio de una etapa de crecimiento y fortificación, con castillo y muralla incluidos.

A lo largo de los siglos, el carácter rebelde de sus habitantes se hizo notar en distintos episodios históricos. Durante la Guerra de Sucesión, la población se alineó con el bando austracista, lo que motivó la demolición de sus defensas. Más adelante, en el siglo XIX, su firme apoyo al liberalismo frente al absolutismo le valió títulos honoríficos como “villa eminentemente constitucional”. Sin embargo, la llegada de la filoxera a finales del siglo XIX supuso un duro golpe para su economía vitivinícola, provocando el éxodo de buena parte de su población.

Hoy, Porrera conserva ese aire de otra época. En sus calles se pueden encontrar hasta 16 casas señoriales, muchas de ellas con pozos, bodegas y almacenes propios. Algunas están abiertas al público, como Cal Pla o Ca l’Amorós, esta última reconvertida en casa-museo. Calles como El Perxe, con soportales y casas como Cal Ros y Cal Pons, muestran la huella de un pasado próspero que aún se percibe en la arquitectura y el trazado urbano.

Uno de los mayores atractivos del pueblo es su insólita Ruta de los Relojes de Sol, que reúne hasta 14 relojes distribuidos por sus fachadas. Todos ellos datan del siglo XIX y forman una de las mayores concentraciones de este tipo en Cataluña. A esto se suman otros espacios de interés como la iglesia neoclásica de Sant Joan Evangelista, el antiguo molino junto al Pont Vell o la ermita de Sant Antoni Abad, desde donde se contemplan espectaculares vistas del Montsant.

Porrera no solo es una joya para los amantes de la historia, sino también para los que buscan autenticidad y tranquilidad. Entre bodegas como Vall Llach —impulsada por el músico Lluís Llach—, calles empedradas y escaleras que ascienden entre restos de muralla, este pueblo demuestra que no hace falta ir muy lejos para encontrar destinos únicos

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