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El mejor bosque de Tarragona para buscar setas: ideal para encontrar rovellons
Este espacio natural reúne unas condiciones excepcionales para el crecimiento de diversas especies micológicas

Tras las primeras lluvias de la temporada, se inicia la esperada búsqueda de bolets.
Con la llegada del otoño, el Bosque de Poblet, situado en el interior de la provincia de Tarragona, se convierte en uno de los destinos más recomendados para los aficionados a la recolección de setas. Este espacio natural, ubicado en la comarca de la Conca de Barberà, muy cerca del conocido Monasterio de Poblet, reúne unas condiciones excepcionales para el crecimiento de diversas especies micológicas.
Tras las primeras lluvias de la temporada, se inicia la esperada búsqueda de bolets, una tradición profundamente arraigada en Cataluña. Aunque muchas personas se desplazan a las comarcas de Girona o Lleida, la zona de Tarragona, y en especial este bosque mediterráneo, ofrece un entorno ideal y menos concurrido.

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El bosque de Poblet está protegido como Paraje Natural de Interés Nacional, pero permite la recolección de setas de forma respetuosa con el entorno. Su mezcla de pinos, robles, encinas y hayas crea rincones frescos y sombreados donde proliferan especies tan valoradas como el rovelló (níscalo), el cep (boletus) o el rossinyol (rebozuelo).
Además del níscalo, considerado el rey de la temporada, es habitual encontrar otras variedades como la llenega negra, el fredolic o incluso especies menos comunes como la trompeta de la muerte o el pie azul. Cada rincón del bosque esconde una sorpresa para quienes saben observar y reconocer las distintas especies comestibles.
El interés por la micología convierte a este paraje no solo en un espacio natural destacado, sino también en un punto de encuentro cultural y familiar. La cercanía con el Monestir de Poblet, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, añade un valor histórico y turístico que enriquece la experiencia de los visitantes.
Para acceder al bosque desde Tarragona, con una duración de algo más de media hora, lo más habitual es tomar la AP-2 o la A-27 hasta conectar con la N-240 en dirección Valls. Desde allí, las carreteras locales conducen hasta Vimbodí i Poblet. El trayecto desde Barcelona dura aproximadamente una hora y media, y permite adentrarse en una de las zonas micológicas más especiales de Cataluña.