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El pueblo de Tarragona que guarda la última fábrica de agujas de España
La compañía, que suma cuatro generaciones, mueve 25 toneladas anuales y exporta en una cincuentena de países

Abuelo, hijo y nieto mirando una de las máquinas de la Metalúrgica Folch de Montbrió del Camp.
En Montbrió del Camp, un pequeño municipio del Baix Camp, se encuentra la única fábrica de agujas de toda España: Metalúrgica Folch. Esta empresa familiar, fundada en 1924, celebró el año pasado su centenario, consolidándose como un referente en el sector no solo a nivel estatal, sino también europeo, al ser una de las tres últimas fábricas de agujas que quedan en el continente.
Fue en 1985 cuando Jordi Folch, representante de la segunda generación familiar, tomó las riendas de la empresa y decidió apostar por la especialización en alfileres. Esta decisión marcó un punto de inflexión, ya que se abandonaron los artículos de baja producción y se diseñaron máquinas para automatizar el proceso.

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En los años 70, había seis fábricas de agujas en España. Una década más tarde, Metalúrgica Folch era la única que seguía operativa. La caída de la industria textil nacional, especialmente de los talleres de camisería —que pasaron de ser 200 a apenas uno en todo el Estado— afectó directamente al negocio.
Pese a la reducción del mercado textil europeo, la empresa mantiene acuerdos con grandes firmas como Zara, Mango o El Corte Inglés, y exporta la mitad de su producción a países como Colombia o México, donde la confección sigue siendo fuerte. En total, la fábrica produce unas 25 toneladas anuales y factura alrededor de un millón de euros.
El objetivo que la empresa se fijó, ahora hace un año, es diversificar y crecer, por lo que empezaron a fabricar dedales y cintas métricas, productos que consideran complementarios a sus tradicionales alfileres. Esta nueva línea ha sido impulsada por la cuarta generación de los Folch, representada por Xavier Escaich.
Para conmemorar su centenario, la compañía lanzó una línea de cajas metálicas «prémium», que coexistieron con los envases tradicionales de cartón y plástico. El objetivo era reducir residuos y elevar el valor añadido del producto. «Nos preocupa por qué en España hay tan pocas empresas centenarias, mientras que en Japón hay más de 20.000» reflexionaba Josep Maria Folch. En Montbrió, sin embargo, Metalúrgica Folch continúa hilando con precisión una historia que ya suma más de un siglo.