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El curioso pueblo de Tarragona que solo tenía una calle

El pueblo, que tenía las casas alineadas en la misma calle, no contaba con escuela ni servicios médicos propios

Imagen de Remullà.

Imagen de Remullà.Inspyria

Daniel Cabezas Ramírez

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En lo alto del Baix Camp, a 315 metros de altitud, se encuentra Remullà, una antigua pedanía del municipio de Vandellòs, cuyo trazado urbanístico sorprende por su simplicidad: una sola calle con una treintena de casas dispuestas en fila. Este pequeño núcleo, hoy casi deshabitado, fue en otros tiempos un ejemplo de vida rural ligada a la agricultura, con campos fértiles y abundantes fuentes de agua, origen de su topónimo.

La historia de Remullà se remonta, al menos documentalmente, al siglo XIII. A lo largo del siglo XIX llegó a contar con más de 140 habitantes, cifra que empezó a disminuir a partir de los años 20 del siglo pasado. Durante la Guerra Civil, varias familias se refugiaron en el núcleo, pero tras el conflicto comenzó su despoblamiento definitivo, culminando en 1962 con su abandono total. En 1960 solo quedaba un habitante.

Las casas de Remullà, alineadas en un solo lado del camino, ofrecían una imagen pintoresca, con fachadas de tonos anaranjados, portales en arco y argollas para atar las caballerías. En el lado opuesto, un muro contenía los huertos, mientras el estrecho camino permitía apenas el paso de un carro. El pueblo no contaba con escuela ni servicios médicos propios, así que los niños caminaban hasta Vandellòs cada día para estudiar, y el médico acudía desde allí cuando era necesario.

Pese al abandono, Remullà no ha sido olvidado del todo. Desde principios de los años 2000, descendientes del pueblo impulsaron la creación de la Comisión de Remullà, que ha promovido la recuperación de algunas casas, la mejora del acceso asfaltado y la celebración de la fiesta mayor en honor a San Miguel. Se ha reconstruido una vivienda como albergue y se han recuperado cultivos en los huertos cercanos.

Además de su valor patrimonial, Remullà destaca por la riqueza de su entorno natural y arqueológico. Cerca del núcleo se encuentran ejemplos notables de arte rupestre, como las pinturas de la Cova de la Portadora o el friso de cazadores de la Cova del Racó d’en Perdigó, que evidencian la presencia de comunidades neolíticas en la zona. También conserva fuentes históricas, como la Font del Rentador, donde las mujeres de Vandellòs lavaban la ropa en verano.

Hoy, entre ruinas y reconstrucciones, Remullà empieza a recuperar parte del pulso que tuvo. Aunque sigue sin vecinos permanentes, el interés por este singular pueblo se mantiene vivo entre quienes valoran el silencio, la historia y el encanto de los lugares olvidados. Su lenta pero firme recuperación demuestra que, incluso los núcleos más pequeños, pueden volver a la vida.

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