Sociedad
Esta noche se retrasarán los relojes: ¿será este el último cambio de hora?
El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, ha reabierto el debate en la Unión Europea esta semana

Un hombre cambia la hora del reloj
Esta madrugada, a las tres en punto, se hará el tradicional cambio de hora y los relojes se retrasarán para adaptarse al horario de invierno. Este podría ser el último ajuste, después de que el presidente español, Pedro Sánchez, haya reabierto el debate sobre la continuidad de la práctica en la Unión Europea.
Aunque en el 2018 el 80% de los europeos dieron apoyo a la medida, la cuestión quedó atascada por la falta de acuerdo sobre qué horario mantener permanentemente y por la covid. Les voces detractoras han negado que la acción implique un ahorro energético, el principal argumento que la justifica.
Al mismo tiempo, el mundo científico ha alertado de los perjuicios para la salud, con trastornos del sueño, o un aumento del riesgo de sufrir afecciones del corazón, ictus o obesidad. Este domingo 26 de octubre, los relojes se volverán a retrasar una hora para adaptarse al horario de invierno. Esta práctica, que se repite dos veces al año desde hace más de 40 años, vuelve a estar en cuestión.
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El lunes pasado, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, reabrió el debate en la Unión Europea para eliminar el cambio de hora definitivamente.
El cambio de hora se implementó originalmente con la intención de optimizar el uso de la luz solar y conseguir ahorros energéticos. No obstante, los expertos ya hace tiempo que cuestionan los supuestos beneficios de esta medida. Esta semana, Marta Junqué, directora de Time Use Initiative, afirmó en una entrevista con la ACN, que estos beneficios son prácticamente inexistentes en la actualidad, gracias a la eficiencia energética de los sistemas actuales.
Además, los expertos han alertado de que los efectos sobre la salud son cada vez más preocupantes. El cambio de hora provoca trastornos del sueño, un aumento del estrés, e incluso un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, ictus y otros problemas de salud como la obesidad. Estos efectos impactan especialmente en grupos vulnerables como niños, personas mayores y aquellas con enfermedades crónicas.
Al mismo tiempo, han asegurado que también se registra un aumento de accidentes de tráfico inmediatamente después de cada cambio de hora.
¿Horario de invierno o de verano?
En el 2018, la Comisión Europea realizó una consulta pública que obtuvo una respuesta masiva: más de cinco millones de ciudadanos participaron, y más del 80% se mostraron a favor de suprimir el cambio de hora.
En respuesta a este deseo popular, la Comisión Europea propuso poner fin a la práctica en el 2019, pero la medida quedó estancada a causa de la falta de acuerdo entre los estados miembros sobre qué horario mantener permanentemente. La pandemia de la covid también contribuyó a retrasar la decisión. Ahora, la propuesta española para acabar con esta práctica en el 2026 ha reactivado la discusión.
Sin embargo, persiste el dilema sobre qué horario se tendría que mantener: el de verano o el de invierno. Varios expertos, incluyendo Junqué, han apostado por el mantenimiento del horario de invierno, ya que «es el más natural y lo que mejor se adapta al ciclo de la luz solar».
Por otra parte, el Estado también tendrá que abordar una cuestión geográfica, ya que a pesar de encontrarse en el meridiano de Greenwich, sigue un horario que correspondería a la región de la Europa central. Algunos expertos han argumentado que, aparte de suprimir el cambio de hora, España tendría que realizar un ajuste para situarse en el mismo huso horario que el Reino Unido o las Islas Canarias.
Si la propuesta de Sánchez se materializa, en el 2026 será el año en que se realizará el último cambio de hora en Europa, acabando así con una práctica que, a pesar de sus orígenes prácticos, parece que cada vez tiene menos apoyos, tanto en el ámbito político como social.
En este contexto, la decisión final no sólo afectará a la gestión de la energía, sino también el bienestar de millones de ciudadanos europeos, con implicaciones importantes en la salud pública y la productividad.