Televisión
Las condiciones de una soltera a un tarraconense en First Dates: «Tienes que cambiar lo de la cama...»
Antonio, un andaluz residente en Tarragona, acudió al programa para encontrar a una compañera de vida

Imagen de Antonio, el tarraconense que ha participado en First Dates.
Antonio, un andaluz residente en Tarragona, acudió al programa ‘First Dates’ con la esperanza de encontrar una compañera de vida. Con pocas exigencias y una actitud abierta, confesó que buscaba a una mujer con la que compartir su día a día, aunque dejó claro que prefería que los animales no ocupasen demasiado espacio en la relación. "Les tengo manía a los perros y a los nietos porque se quedan con el cariño que yo quiero dar", reconocía entre risas ante las cámaras del programa.
Su cita fue Pepi, una andaluza que vive en Barcelona, con una visión del amor algo distinta. A ella le resulta esencial que en la relación haya pasión y conexión física. "Para mí, el sexo es muy importante", explicaba con naturalidad. Además, detalló que su tipo de hombre ideal es alto, delgado y con ganas de bailar. Desde el primer momento, ambos se mostraron elegantes y educados, aunque pronto salieron a relucir sus diferencias.

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Durante la cena, la conversación fluyó con simpatía, pero también con algunos tropiezos. Pepi comentó que le gustaría que su pareja compartiera con ella la afición por el baile, algo que Antonio no practica. Él, sincero, reconoció que nunca ha aprendido a moverse en la pista, algo que a Pepi no le terminó de convencer. En privado, la mujer comentaba entre risas que sus amigas probablemente estarían cuestionando su elección al verlo en televisión.
Pese a las diferencias, Antonio se mostró emocionalmente disponible y muy cercano. En un momento de la cita, abrió su corazón y compartió con Pepi la historia del fallecimiento de su esposa, con quien estuvo más de tres décadas. Durante los últimos siete años de su vida, ella padeció alzhéimer, párkinson y demencia, y Antonio la acompañó hasta el final. "La cuidé y la amé cada día", le contaba con ternura.

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Ya en la sala privada, la dinámica cambió gracias a un juego del programa que les invitaba a darse besos “dulces”. El momento dio lugar a una inesperada chispa entre ambos, y, aunque Pepi no estaba del todo segura al inicio, esa conexión física pareció generar un punto de inflexión. Los besos sorprendieron incluso a los protagonistas, que dejaron la puerta abierta a una posible historia futura.
En la decisión final, Antonio se mostró decidido a seguir conociendo a Pepi, pero ella generó suspense con un inesperado cambio de parecer. Aunque en un principio no parecía convencida, finalmente accedió a una segunda cita. Eso sí, con dos condiciones claras: "Tienes que cambiar lo del baile… y lo de la cama", le dijo con una sonrisa pícara, ya que Pepi consideraba que Antonio estaba algo oxidado en lo que al sexo se refiere.