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Una soltera de Tarragona, al ver a su cita en First Dates: «Parece que acaba de salir de catequesis»

La cita de Lola era Alberto, un barcelonés que afirmaba haber sido stripper y presumía de un pasado sentimental agitado

Imagen de Lola, la tarraconense que ha participado en First Dates.

Imagen de Lola, la tarraconense que ha participado en First Dates.First Dates

Daniel Cabezas Ramírez

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El restaurante más romántico de la televisión, First Dates, volvía a contar este pasado lunes, 16 de junio, con la participación de una tarraconense. El programa de Cuatro recibió a una nueva tanda de aspirantes al amor, entre ellos Lola, una creadora de contenido de Tarragona de 43 años que no pasó desapercibida ni para Carlos Sobera ni para su cita.

Con un estilismo llamativo y un discurso cargado de humor, Lola se presentaba como «la influencer con menos seguidores del mundo», asegurando contar con apenas 1.400 seguidores. Aunque reconocía que el amor no estaba entre sus prioridades, aceptaba la experiencia con naturalidad: «Hace que no muerdo la cama...», decía con tono irónico.

La cita de Lola era Alberto, un barcelonés de 52 años que afirmaba haber sido stripper y presumía de un pasado sentimental agitado: «En aquella época me acosté con dos mil mujeres», relataba sin tapujos. Sin embargo, la primera impresión entre ambos no fue del todo positiva. Al verlo, Lola no pudo evitar un comentario que marcaría el tono de toda la velada: «Parece que acaba de salir de catequesis o de misa».

Durante la cena, las diferencias entre ambos se hicieron más evidentes. Mientras él hablaba de los beneficios del deporte y su trayectoria como figurante, ella defendía su estilo de vida menos activo: «No me gusta correr porque tengo los pechos muy gordos y no mola», explicaba con naturalidad. Alberto, por su parte, opinaba que su compañera tenía una forma de expresarse «un poco bruta».

La conversación se desvió hacia temas más íntimos, donde quedó claro que tampoco compartían muchas afinidades. Alberto se jactaba de haber cumplido casi todas sus fantasías sexuales, mientras que Lola confesaba que sus deseos eran bastante más simples: «Yo soy muy básica, hacerlo en un ascensor, por ejemplo», señalaba. Incluso compartió una anécdota sobre una ocasión en la que intentó hacerlo en la playa y les robaron.

Como era de esperar, la chispa nunca llegó a encenderse entre ambos, y la decisión final fue mutua. «Me cuesta imaginarte de stripper, me tenía que haber traído una biblia», sentenció Lola, que dejó claro que no habría segunda cita. Alberto coincidió en su valoración, y ambos se despidieron de forma cordial, deseándose suerte en futuras experiencias amorosas.

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