Sociedad
Consecuencias del apagón en Tarragona: pérdidas económicas en los restaurantes y más clientes en los bares
Los camareros afirman que «la única preocupación era que hubiera cerveza fría»

Terrazas de bares y restaurantes de la plaza de la Font de Tarragona.
La afectación del apagón general en el sector de la restauración de Tarragona ha afectado de manera desigual. Los restaurantes aseguran que han sufrido pérdidas económicas porque tuvieron que cerrar, ya que las cocinas dependían del suministro eléctrico, mientras que los bares tuvieron más clientes que nunca. «Trabajamos igual o más que cualquier otro día», dice Joan Juanmartí, de la Penya Barcelonista, en declaraciones a ACN.
Coincide con Jimena Guzáman de Can Peret que apunta que «la única preocupación era que hubiera cerveza fría». La mayoría de negocios no han tenido que tirar la comida porque ha aguantado bien dentro de los frigoríficos, aunque algún restaurante lo ha hecho por precaución.
Los bares y los restaurantes de la ciudad han levantado la persiana con normalidad este martes por la mañana, después del corte de suministro eléctrico sufrido el lunes. Con respecto a los alimentos, la mayoría indican que no han tenido que tirar nada a la basura porque los congeladores y las neveras mantuvieron el frío. «Desde que se marchó la luz no abrimos las cámaras y no hemos tenido que tirar nada», explica Eulàlia Estradé del restaurante Ca l'Eulàlia del Serrallo.
También en el barrio marinero, el director comercial del Pòsit, Joan Pérez, comenta que ellos sí que han tenido que deshacerse de una «parte» del pescado que tenían en el frigorífico «ante la duda de si estaba bien o mal». Tanto el Pòsit como Ca l'Eulàlia y otros establecimientos del Serrallo optaron por no abrir pocos minutos antes de hacerlo. Con todo el personal en la sala y las reservas hechas, los dos restaurantes afirman que han sufrido pérdidas económicas, ya que no pudieron facturar. Sin embargo, hay bastantes restaurantes que estaban cerrados por descanso semanal.
Pérez comenta que media hora antes de abrir el restaurante sufrieron el apagón: «Todo eran preguntas porque no sabíamos si sólo nos había pasado a nosotros o había sido más extenso». Tanto Pérez como Estradé se estuvieron hasta las tres y media de la tarde para «dar la cara» por si venía alguien. En el caso de Ca l'Eulàlia, atendieron a dos grupos de comensales a quien les hicieron pan con tomate con anchoas. «Sí que tenemos gas, pero muchas cosas funcionan con electricidad», remacha el del Pòsit.
«La gente buscaba comer y beber»
Los bares sí que se mantuvieron abiertos, y en la plaza de la Font remarcan que «la gente buscaba comer y beber», dicen desde Can Peret. Una de las camareras señala que «la única preocupación era que hubiera cerveza fría». En esta línea, desde la Penya indican que «la cerveza no estaba tan fría, pero la gente se la bebía igual».
Los dos coinciden en un pico de clientela. «Tuvimos la terraza completa toda la tarde», dice Guzmán. «Trabajamos igual o más que cualquier otro día», añade Juanmartí. No podían hacer ni cafés ni bocadillos calientes, tampoco utilizar el datáfono, pero el resto «todo igual», concluye uno de los responsables de la Penya Barcelonista.