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Un tarraconense hace la vuelta al mundo en moto para naturalizar la epilepsia

Juanillo Otón acabó ayer su expedición después de dos años

Una multitud de personas se reunió en la plaza de la Font para recibir Juanillo Otón después de hacer la vuelta al mundo en motoGerard Martí

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Soñar despierto. Eso es lo que ha podido hacer durante los últimos años Juanillo Otón, que después de cumplir 40 años, decidió emprender la aventura mayor de su vida. Montado en su moto y con unas ganas inmensas de explorar mundo, inició un camino que lo ha llevado a visitar todos los continentes, a excepción antártida.

Ayer, culminó la expedición volviendo a casa, volviendo a Tarragona, donde todo empezó. Como no podía ser de otra manera, fue recibido como un héroe. Precedido por una comitiva formada por una cincuentena de motos, Juanillo protagonizó una entrada triunfal en la plaza de la Font, entre víctors, aplausos, bocinazos y el rugido de los motores.

En los pies del Palau Municipal, lo esperaban su familia y amigos más próximos. También lo recibieron al alcalde de Tarragona, Rubén Viñuales y el conseller de Deportes, Berni Álvarez. La chaqueta de cuero negra que vestía Juanillo destacaba entre la multitud.

En la prenda de ropa, llevaba pegada la bandera de los diferentes países que visitó haciendo la vuelta al mundo. En total, 59 territorios diferentes. Todo un hito. Por si no era suficientemente complicada la expedición, el estallido de la guerra entre Ucrania y Rusia obligó a improvisar y cambiar el recorrido.

El aventurero explicaba ayer que, inicialmente, había previsto viajar desde Tarragona hasta Vladiostok (Rusia) y, posteriormente, enviar la moto hasta el Canadá para continuar hasta Argentina y dar el salto hasta el Senegal. A causa del conflicto bélico, acabó pasando por Asia. «Ya que estaba en Indonesia, pensé que podía pasar por Australia», comentaba entre risas.

Después continuó por Sudamérica, Norte América y África. «Han sido 610 días de viaje», indicaba Juanillo, quien detalla que «tuve que paralizar el viaje cuatro meses por culpa del mal tiempo en Alaska, donde hacía -28ºC».

Juanillo inició este reto para «cumplir un sueño» —todo pagado por él mismo—, pero también por una causa solidaria. Concretamente, para colaborar con la entidad Si yo puedo, tú también #epilep en su tarea de visibilizar y naturalizar la epilepsia. «No la sufro de cerca, pero hay que ser conscientes de que mucha más gente de la que pensamos la sufre», apuntaba. Durante el viaje, llevaba con él un pañuelo lila, el cual se colgará en el futuro local de la asociación. Mediante una página de micromecenazgo, ha conseguido recaudar 2.500 euros para la investigación sobre la epilepsia.

David Sinahusa, presidente de la entidad, agradeció la gran tarea hecha por Juanillo y aseguró que este dinero se destinará a la investigación de un tipo de operación a niños a los cuales se hace al Hospital Sant Joan de Déu: «Necesitamos todavía seis casos más para que lo cubra la Seguridad Social y esté al alcance de todo el mundo».

Protagonistas en la sombra

En esta increíble historia, hay dos figuras que quedan en la sombra, pero son imprescindibles. Son Olga, la mujer del Juanillo, y la Patricia, su hija. «Olga hacía 13 años que estaba en su trabajo y, seis meses antes que yo me marchara, dejó su puesto de trabajo para encargarse del negocio que tenemos», explicaba Otón, quién aseguraba que «sin ellas dos no sería posible». «Viéndolo a él feliz, nosotros también lo somos», confesaba su mujer, quién decía que «cuando alguien quiere cumplir sus sueños, hay que ayudarlo para que pueda hacerlos realidad».

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