Cementerio
Un espacio para igualar la balanza
Ayer por la noche iniciaron las visitas nocturnas al Cementerio General de este año

Fotografía de las visitas nocturnas al Cementerio General de Reus, este martes por la tarde.
Un espacio que une a todo el mundo bajo la misma quietud. Que iguala a hombres y mujeres, a ricos y pobres, a verdugos y asesinatos, a fieles y herejes en la balanza. Bajo la mirada de Cronos, Padre de los Dioses, los asistentes de la primera ronda de visitas nocturnas al Cementerio General de Reus accedieron en un silencio más respetuoso, incluso, que lo que hay durante las horas diurnas. «Ya ves tú, esperamos que después no nos quedemos aquí cerrados...», mencionó a un hombre en un cuchicheo. En algunas ocasiones, el contacto próximo con la muerte saca la parte más humorística de algunos seres humanos.
Al llegar, la solemne visión del Cementerio había dado paso a la penumbra de la noche, iluminada por las velas encendidas que creaban caminos de luz en medio de un silencio sepulcral. Del camino central, desde su espacio de reposo, descendió un hombre, vestido con una gabardina marronácea y altas botas. Con una ojeada rápida observó los rostros atónitos de los presentes y notó que faltaba alguien. «Me parece que no estamos solos, si me quieren acompañar...», dijo, antes de dirigirse hacia el interior del edificio, en el Mausoleo del General Prim que, ante la mirada de todos los presentes, apareció el mismo presidente observante su tumba con ojos escépticos, acompañado de su hija. ¡«Isabel, hija, me podrían haber hecho un espacio más cómodo»!, se quejó, bien bravucón como era el general. ¡«Pero si tardaron dos años para hacerla! ¡Con hierro y bañada de plata y pesa 1.800 kilos! Esta gente de Reus te tenía bastante estima», respondió su hija, en tono conciliador.
Dejando de lado al general con sus apreciaciones sobre su espacio de reposo, el hombre misterioso devolvió la atención a los visitantes de aquella noche. «Mi hermano y yo, Pere Sardà, hicimos muchos duros con el negocio de las diligencias y fuimos diputados en Madrid. Él al final fue alcalde de Reus y todo», empezó explicando quién haría de anfitrión aquella noche especial. Era ni más ni menos que Josep Sardà i Cailà, artífice y responsable de la creación del Cementerio General de Reus. «Mi hermano y yo luchamos para que no hubiera diferencias entre los vivos, con este cementerio quería que no hubiera diferencias entre los muertos», recordó Sardà, un deseo que fue respetado.
Con la parsimoniosa y paciente guía de Sardà, los afortunados visitantes pudieron disfrutar de un recorrido que recordaba en figuras del pasado reusense y sus historias. Descubrieron los claroscuros de las aristas de las capillas y los mausoleos bajo una luz única y escucharon historias que tampoco son cosa del pasado, sino como el mismo ciclo de la vida forman parte del presente y el futuro de todos nosotros. Pero también pudieron recordar aquellos que ya no estaban allí por muchos motivos; consumido por la gripe, asesinato en un combate, muerte bajo la destrucción de las bombas. Una prueba más que ante el juicio final todos acabamos siendo uno. Y en Reus, también.