Sociedad
El castillo árabe más espectacular de España está en uno de los pueblos más bonitos de Tarragona
El pueblo, además del castillo, dispone de calles empedradas, casas que se asoman al río y construcciones históricas

Imagen del castillo de Miravet.
El Castillo de Miravet, una joya histórica enclavada sobre un meandro del río Ebro, ha sido destacado recientemente por la revista Viajar como uno de los enclaves defensivos más imponentes de la península. Situado en el encantador pueblo tarraconense de Miravet, esta fortaleza no solo impresiona por su silueta sobre la colina, sino también por el crisol de culturas que se esconde entre sus muros, desde los orígenes andalusíes hasta su transformación templaria en plena Edad Media.
Levantado originalmente en el siglo IX por los musulmanes, el castillo formaba parte de una red de defensa del Califato de Córdoba. Los restos de aquella época aún se conservan en la parte inferior de la muralla y algunas estructuras internas, testimonios de su importancia estratégica durante los periodos de dominio andalusí. Años más tarde, en 1153, el castillo fue conquistado por Ramón Berenguer IV y cedido a la Orden del Temple, que lo convirtió en uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar templaria del continente europeo.

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El recinto se divide en dos grandes zonas. El llamado recinto jussà, de origen islámico, conserva su trazado amurallado con más de 12.000 metros cuadrados de superficie. En la parte superior se encuentra el recinto soberano, una estructura poligonal con torres, contrafuertes y un patio de armas en torno al cual se organizan estancias como el refectorio, las caballerizas, una cisterna, la iglesia románica y hasta la mítica Torre del Tesoro, cargada de leyendas y misterios.
A los pies de la fortaleza, el casco antiguo de Miravet —conocido como Cap de la Vila— mantiene viva la esencia medieval. Calles empedradas, casas que se asoman al río y construcciones históricas como la Iglesia Vieja, levantada sobre una antigua mezquita, ofrecen al visitante un paseo por siglos de historia. La tradición alfarera, herencia directa del pasado islámico, aún perdura en talleres locales donde los artesanos moldean el barro como se hacía siglos atrás.

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El entorno natural de Miravet es igualmente cautivador. El río Ebro, con su serpenteante recorrido, enmarca paisajes de una belleza casi intacta. Desde el mirador de la Sanaqueta, las vistas del castillo y el pueblo al atardecer son una postal inigualable. Además, la vegetación de ribera y los senderos que recorren el entorno invitan a una conexión profunda con la naturaleza.
Como broche de oro, Miravet conserva una de sus tradiciones más singulares: el paso del río en el “Pas de la Barca”. Este transbordador sin motor, guiado únicamente por la corriente del Ebro y la destreza del barquero, sigue activo y permite cruzar el río como se hacía antiguamente. Una experiencia que, junto con la visita al castillo, convierte a Miravet en un viaje inolvidable al pasado.