Sociedad
El pequeño pueblo de Tarragona en el que puedes comer en un castillo templario
Este municipio ofrece una experiencia que combina historia, gastronomía y tradición en un entorno único

Imagen del Fortí del Rourell.
El Rourell, una localidad de apenas 400 habitantes situada en la comarca del Alt Camp, ofrece una experiencia que combina historia, gastronomía y tradición en un entorno único: su castillo templario, hoy reconvertido en un espacio para celebraciones donde se sirven calçotadas. Este hecho ha captado la atención de la revista Viajar, donde catalogan este rincón como "uno de los más singulares de Tarragona".
La experiencia arranca en Majols Natura, uno de los principales productores de calçots de la región. Este vegetal, cultivado con esmero en apenas cuatro comarcas tarraconenses, cuenta con Indicación Geográfica Protegida y es protagonista absoluto de una de las tradiciones gastronómicas más queridas de Cataluña: la calçotada.

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El lugar donde se celebra esta fiesta culinaria es el Fortí del Rourell, también conocido como el castillo de los Marqueses de Vallgornera. Declarado Bien de Interés Cultural, este edificio de origen templario abre sus puertas al visitante no solo para contemplar su arquitectura medieval, sino para disfrutar en su interior de una auténtica comida tradicional catalana.
Antes de la calçotada, el ritual comienza con un vermú en el patio del castillo. El vermú de Casa Mariol, elaborado en Batea y disponible en variedades blanco y negro, es una apuesta por la producción sostenible y acompaña perfectamente unas avellanas de la zona. En El Rourell, la familia Basora lleva más de un siglo cultivando y procesando frutos secos en La Trencadora, donde destaca la avellana ‘negreta’, una variedad autóctona muy apreciada por su sabor dulce.

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Dentro del castillo, la calçotada se celebra en un gran salón sin sillas, donde los comensales disfrutan los calçots de pie, protegidos con babero. En temporada alta se llegan a servir hasta 5.000 calçots por semana, una cifra notable aunque lejos de las cantidades más masificadas de otros restaurantes. Aquí, la experiencia conserva el carácter artesanal y festivo que ha hecho de esta comida algo más que una tradición.
Tras la calçotada, el festín continúa en la cercana sala Els Nenúfars, con una parrillada típica catalana a base de carne, verduras y all i oli, seguida de postres como crema catalana casera con naranja caramelizada. Una jornada perfecta en El Rourell que combina historia, sabor y hospitalidad en un entorno que invita a volver.