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Los espolios submarinos, desde vaciar yacimientos para pagar deudas a llegar a vender ánforas por Internet

Arqueólogos, Mossos D'Esquadra y Guardia Civil luchan contra el tráfico de piezas arqueológicas extraídas del fondo del mar

El director del CASC, el arqueólogo Gustau Vivar, enseñando un cuello de ánfora con su tapón en la sede de Gerona.

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De punta a punta del litoral catalán hay documentados hasta 835 yacimientos submarinos. Y a lo largo de las últimas décadas, hasta el 90% han sufrido espolios. Por eso, arqueólogos, Mossos d'Esquadra y Guardia Civil luchan contra el tráfico de estas piezas arqueológicas. A menudo, ánforas de época griega o romana. En los extranjeros que aprovechan un viaje para llevarse un recuerdo del pasado y a aquellos expoliadores profesionales que actúan al margen de la ley, ahora se está sumando un nuevo tipo de ilícito: la venta de ánforas –o de parte de estas- a través de Internet. A lo largo del 2016 ya se han detectado cuatro casos. El director del Centro de Arqueología Subacuática de Cataluña (CASC), Gustau Vivar, explica que a menudo es gente que hace tiempo que tienen la pieza en casa suya o bien de algún familiar, y que quieren deshacerse de ella.

Se encuentran bajo agua, con la única protección que les da la arena del fondo. Y eso los hace vulnerables a los espolios. En Cataluña, nueve de cada diez yacimientos submarinos –muchos de los cuales, en la Costa Brava- han sufrido la acción de aquellos quien, sea por un motivo u otro, no han dudado a llevarse parte del pasado hacia casa. A menudo, ánforas de época griega o romana que hace siglos que están.

En el mar, los arqueólogos y la Guardia Civil luchan contra estos delitos. El director del CASC concreta que, aquí, hay dos tipologías de expoliadores. Por una parte, aquellos que él llama «de fin de semana»: gente que buceando choca con un ánfora y lo coge por desconocimiento, o extranjeros que las extraen del fondo marino y se las llevan como recuerdo. «Tenemos que pensar que en el norte de Europa el mercado negro de piezas arqueológicas está más vivo», precisa Vivar.

Y por otra parte, también hay aquellos «expoliadores endémicos», que lo hacen a conciencia. Son profesionales, que o bien han descubierto restos de algún naufragio del pasado, o bien no dudan a acercarse a los arqueólogos del CASC cuando están haciendo investigación, fijándose dónde fondean el 'Thetis' (el barco en que navegan durante la campaña).

Vivar recuerda que, precisamente, ahora hace dos años sufrieron la acción de uno de estos expoliadores. Se encontraban excavando un derrelicto íbero en el Cap de Creus, el de Cap de Vol. Y de un día para otro, un cuellode ánfora que aguantaba una de las cuadernas de la nave, de finales del siglo I aC, desapareció.

Pagar deudas o sacarse un sobresueldo

«Los expoliadores endémicos son gente que, directamente, paga deudas con ánforas o bien aprovecha esta actividad ilegal para sacarse un sobresueldo», explica el director del CASC. Y añade: «Además, muchas veces también comercian ilegalmente con coral o esponjas marinas, como si bajo agua hubiera un auténtico supermercado».

Atraparlos tanto a los unos como en los otros, sin embargo, no es fácil. O bien se los pilla en pleno trabajo (también gracias a la alerta de otras embarcaciones que los ven) o bien se les intenta seguir la pista cuando intentan 'colocar' la pieza. «Pero es difícil, y por eso aquí lo que hace falta es insistir en la concienciación; los yacimientos son patrimonio de todos, y expoliarlos o comercializar con estas piezas es delito; por eso, si nadie compra, quizás se les acabará el negocio», reflexiona Gustau Vivar.

Por Internet y páginas de segunda mano

A estos expoliadores que actúan al margen de la ley, sin embargo, ahora se está sumando un nuevo tipo de ilícito: la venta de ánforas a través de Internet. Muchas veces, con anuncios en páginas de segunda mano. Y aquí está donde entran en juego los Mossos d'Esquadra, porque estos delitos se cometen en tierra firme.

A lo largo del 2016, ya se han detectado cuatro casos. El último, a finales de diciembre, cuando un particular intentó vender un cuello de ánfora a través del Wallapop. Gustau Vivar concreta que muchas veces es gente que hace tiempo que tiene la pieza en su casa, o bien la ha heredado de algún familiar, y quiere deshacerse.

El director del CASC, sin embargo, recuerda que vender patrimonio es delito. Se haga como se haga, y por el motivo que sea. Por eso, pregunta a aquellos quiénes tengan ánforas u otras piezas en casa, que las lleven a los museos. «Que no lo vendan por Internet y que tampoco, en ningún caso, se deshagan desmenuzándolas y lanzándolas en la basura», dice Vivar.

Por último, el director del CASC también explica que tan grave es expoliar como enaltecer esta práctica. Aunque sea «para hacer la gracia». Eso les pasó el año pasado, cuando se dieron cuenta de qué manera una empresa publicitaba un aparato para hacer submarinismo.

«Enseñaba a los buzos haciendo inmersión y extrayendo monedas del fondo marino; se les abrió un expediente, porque eso es como si un anuncio enseña a alguien a que roba un coche», precisa Vivar. «Los espolios son un auténtico problema y hay que luchar desde todas bandas para acabar con esta práctica de cuajo», concluye el director del CASC.

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