Opinió
La fuerza del socialismo
René Moreau Carrasco. Un chico joven, militante del Partido Socialista chileno, de unos 20 años cuando se produce el golpe de Estado fascista de Pinochet. La mañana del golpe, él y un centenar de jóvenes militantes del partido se reúnen para resistir.
El responsable político, Arnoldo Camú, les reparte a cada uno una mochila con material sanitario básico. Dentro de cada mochila hay dos banderas: una chilena y una del Partido Socialista. Cuando están reunidos Arnoldo Camú les informa que se enfrentan a un golpe institucional de las fuerzas armadas. Es decir, son 100… contra 100.000.
100 prácticamente desarmados contra 100.000 que tienen tanques, ametralladoras y aviones (y que están dispuestos a matar a cualquiera, como demostraron ese día y los años siguientes). Cuando termina su discurso conmina a los presentes, unas decenas de chicos y chicas de las juventudes socialistas, a decidir: el que quiera puede irse, nadie les va a recriminar nada.
Respuesta: «nadie se marchó. Todos nos quedamos.» A pocos kilómetros de allí el presidente de la República, el socialista Salvador Allende, trata de convencer a su hija, embarazada de siete meses, a qué se vaya de la sede del Gobierno que está a punto de ser bombardeada por la Fuerza Área. Respuesta: «No, no me voy a ir. Quiero quedarme contigo.»
Que personas de tal integridad moral hayan pisado alguna vez la tierra es algo que siempre he tenido presente, que me emociona, y que me parece profundamente inspirador. ¿Por qué se quedaron? A veces me lo pregunto. ¿Por qué? No querían morir, al contrario, amaban la vida.
Pero su compromiso político para lograr una sociedad más justa y más humanista, y su consecuencia (es decir, la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace), no les hizo dudar a la hora de decidir: luchar y dar la vida por los demás, antes que rendirse o, peor aún, traicionar.
Esta, y no otra, es la auténtica fuerza del socialismo que es, por encima de cualquier otra consideración, un impulso moral, un compromiso ético. Estos días se cumplen siete años de la llegada del ejecutivo progresista y socialista del presidente Pedro Sánchez al Gobierno.
Pues bien, en estos pocos años hemos incrementado el salario mínimo que ha pasado de 735 euros a 1.184 mensuales (o sea, lo hemos incrementado un 61%), la pensión media ha pasado de 1.082 a 1.505 euros al mes, tenemos unos niveles de creación de puestos de trabajo y de afiliados a la Seguridad Social de los más altos en la historia reciente del país, mientras que las inversiones públicas en becas, educación y sanidad se han incrementado de forma notable. Esto sí que es socialismo. La fuerza del socialismo que dan 8 millones de votos.
¿Por qué digo todo esto? Desde hace unos días nos levantamos cada mañana escuchando fragmentos de audios de tres personas que han tenido responsabilidades importantes en el Partido Socialista. Son unos audios que causan vergüenza ajena y incluso algunos, como decía el mismo presidente del Gobierno, que nos repugnan.
No puede haber ni la más mínima justificación por ningún caso de corrupción, ni el menor atisbo de duda. Tales actitudes son antisocialistas, así de claro. Las personas que hayan aprovechado sus cargos institucionales para delinquir deben responder ante la justicia y asumir la responsabilidad de sus actos.
Dicho esto, me pregunto: ¿Debemos echar por la borda toda esta ingente acción de Gobierno favorable a la inmensa mayoría de la población por el comportamiento de unos pocos que, primero de todo, han traicionado los valores socialistas?
Y me respondo, la fuerza del socialismo no viene determinada por el número de ministros o de diputados (yo soy diputado) que tengamos, sino por el valor increíble de unos jóvenes que no dudan a enfrentar un combate desigual portando una mochila con la bandera del partido que mejor representa la dignidad, la honestidad, la justicia social y la esperanza de un mañana mejor.
Como las jóvenes tejedoras que organizaron un sindicato y que fueron asesinadas por ello, cuyos restos están siendo recuperados estos días de un barranco en Viznar, cerca de Málaga.
Como los miles y miles de alcaldes, concejales y concejalas socialistas en todo el país, que trabajan duramente (algunos de los cuales están siendo insultados injustamente estos días) para que sus vecinos vivan mejor.
Como usted, que esta leyendo estas líneas, que va a trabajar cada día, paga sus impuestos y transmite valores y principios morales a sus hijas e hijos.
Esta es la auténtica fuerza del socialismo, y no hay nada -ninguna traición- en el mundo que pueda cambiarlo…