Sociedad
Los barrios de Tarragona, a examen
Ayer tuvo lugar una marcha exploratoria en Sant Salvador para detectar sus carencias

Imagen de la marcha exploratoria que tuvo lugar ayer en el barrio de Sant Salvador.
Justo delante del Centro Cívico de Sant Salvador, una vecina señala la acera que bordea la plaza y comenta que, «por aquí una silla de ruedas no pasa». Otro residente le da la razón. De hecho, asegura, «cuando las personas mayores de la residencia salen a caminar, a menudo tienen que ir prácticamente por el medio de la calzada».
Todavía no han abandonado el punto de partida de la marcha exploratoria y ya aparecen los primeros elementos que el vecindario querría mejorar. La salida forma parte de las marchas exploratorias que impulsa el Ayuntamiento de Tarragona en la elaboración de los nuevos planes de políticas feministas y LGTBI+ 2026-2030.
«Queremos implicar activamente a la ciudadanía y recorrer la ciudad con una mirada feminista, diversa y colectiva, con la voluntad de mejorar todo aquello que se vaya detectando», explica la consejera de Igualdad, Políticas Feministas y LGTBI+, Cecilia Mangini.
En total se han programado seis salidas, que incluyen los barrios de Llevant, Torreforta, Bonavista, Sant Pere y Sant Pau, ya explorados. El próximo martes la actividad se desarrollará en el centro de la ciudad, pero ayer por la noche era el turno de Sant Salvador, donde una quincena de vecinos revisaban el formulario que tendrían que rellenar durante las ocho paradas del recorrido, valorando aspectos como seguridad, movilidad, mantenimiento, servicios y vida cotidiana.
Como en todas las salidas la primera parada, a la vez que el punto de encuentro, era el Centro Cívico del barrio. Por primera vez una vecina sacaba lo que sería un tema recurrente durante el paseo: la oscuridad. «Muchísimas personas mayores dejan de venir a las actividades durante el invierno, porque les da miedo», decía.
A medida que el grupo se alejaba de este primer espacio, la ausencia de luz se hacía más evidente. También lo era la falta de espacio en la acera, con varios participantes obligados a caminar por la carretera, formando una hilera en el lateral cuando los faros de algún coche les sorprendía.
A la izquierda, dos niños se balanceaban en un pequeño parque donde a duras penas se distinguían las siluetas. Cerca, entre la vegetación, se adivinan bolsas, botellas y restos de plástico. «A mí me daría miedo venir sola de noche después de trabajar», comentaba una participante a otra. Ningún momento del recorrido pasó en silencio.
«Todo esto está muy dejado», lamentaba un vecino observante la zona de interbloques. «A mí me hacen sufrir estos pinos, son muy finos y pueden caer. No sería la primera vez», añadía otra. También aprovechaba para denunciar carencias del transporte público. «El autobús nocturno no sube hasta aquí. Volver sola no hace ninguna gracia», decía.
A medida que caminaban, otros residentes expresaban que en el barrio «faltan tiendas de toda la vida». Una mujer explicaba que le gusta salir a caminar, «pero tengo que ir acompañada». Otra remarcaba que «nunca voy al cajero de noche». En la «plaza de la Iglesia», algunos pedían una carpa de verano; otros recordaban que algunos bares de los alrededores habían sido objeto de batidas policiales.
La marcha acababa en su punto de inicio, el Centro Cívico. Allí, los participantes consensuaron las prioridades: más luz, más limpieza, más servicios sociales, más dinamización... Así y todo, opinaban, Sant Salvador es un barrio seguro para las mujeres y el colectivo LGTBI+. También se abría un nuevo debate: «¿Hay más percepción de inseguridad que riesgo real?».
La mayoría de los asistentes no había vivido incidentes graves, así que la respuesta colectiva fue un sí. El reto, coincidían, es reducir esta distancia con mejoras que refuercen la confianza.