Diari Més

Conmemoración

El Seguici Popular cierra la celebración del Tarraco25: Patrimonio y cultura, el legado más preciado

El bestiario festivo y los gigantes se desplazaron hasta el Paseo Arqueológico para conmemorar la declaración de Tarraco como Patrimonio Mundial de la Humanidad

Los elementos del Seguici Popular se repartían a lo largo del Paseo Arqueológico.

Los elementos del Seguici Popular se repartían a lo largo del Paseo Arqueológico.Gerard Marti Roig

John Bugarin
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Eran casi las cuatro de la madrugada del 30 de noviembre del 2000, cuando la UNESCO aprobó la declaración del conjunto arqueológico de Tarraco como Patrimonio Mundial de la Humanidad. Aquel día, estalló la alegría en la ciudad de Tarragona, donde se vivió una gran fiesta. Incluso, el Séquito Popular salió a la calle, de forma extraordinaria, para celebrar este importante hito. Ayer, 25 años después, el bestiario y los gigantes abandonaron la Casa de la Festa y se desplazaron hasta las Murallas para rememorar aquel momento excepcional e irrepetible.

La Cucafera y la Víbria presidían la entrada del Paseo Arqueológico, junto al portal del Roser, donde se acumulaban los niños para hacerse fotos con dos de las figuras más temibles, pero, a la vez, más queridas. El resto de los elementos del Séquito se repartían a lo largo del recorrido, plantados inmóviles en un marco inigualable. «A nuestro niño le gusta Santa Tecla y el Séquito, y era una oportunidad única de verlo en un lugar diferente», explicaba Marc Vallvè, a quién señalaba que «con el césped y la piedra romana, el entorno cambia totalmente» con respecto a la Casa de la Fiesta. Aunque es de Vilallonga del Camp, él también se siente de Tarragona, donde vive con su hijo y su pareja: «Cuando vienes con gente de fuera, los enseñas el Circo, el Fòrum o la Catedral porque amas el patrimonio».

«Bonita sorpresa»

«Mira, mama. ¡El Bou!», exclamaba un niño que acababa de entrar en el paseo. En este primer tramo, también estaban el Griu y los Gigantes Moros. Unos metros más allá, aparecían el Drac y la Mulassa. Pedro Márquez ponía con las bestias mientras su pareja inmortalizaba el momento con la cámara del móvil. «Llegamos ayer a la ciudad y hoy queríamos hacer un poco de turismo. Hemos tenido la suerte de encontrarnos con esta bonita sorpresa», explicaba Pedro, quién conocía la historia de Tarraco, pero no las fiestas de Santa Tecla y las figuras que le dan vida.

El Séquito era la gran protagonista entre los niños, mientras que los adultos mostraban más curiosidad por la Muralla. Ciertamente, los más pequeños también estaban interesados por el paseo, pero no por los restos arqueológicos, sino por la arena y las ramas con las que se ponían a jugar por el camino. La zona más concurrida fue la de la estatua de Cèsar August, que estaba escuchada por el Lleó y el Àliga y vigilada, cara a cara, por los Gegantons Negritos. La gran ausencia del día fueron los Gigantes Vells, que no pudieron asistir a la cita porque están en el taller. A pesar del cielo gris que sobrevolaba Tarragona, el patrimonio romano hacía lucir más que nunca todos los elementos del Séquito.

Un tesoro a proteger

Con esta propuesta, renombre «Santa Tecla i Tàrraco», la ciudad dio por cerrada la celebración de la Fiesta del Patrimonio, organizada con motivo del 25.º aniversario de Tàrraco como Patrimonio de la Humanidad. El objetivo de la actividad era hacer reflexionar a los visitantes sobre la convivencia entre los restos romanos y las figuras festivas, dos elementos indispensables del ADN tarraconense. Este diálogo visual entre las murallas y el bestiario puso en valor el legado más preciado que ha trascendido desde la época romana hasta la generación actual: el patrimonio y la cultura popular. Una vez acabado el Tarraco25, ahora hace falta seguir preservando y protegiendo este tesoro para poder celebrar nuevas efemérides en la posteridad.

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