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De rambla a plaza, una pacificación nada pacífica

La conversión del primer tramo en zona de peatones divide opiniones

Imagen de la primera coca de la Rambla Nova, convertida en zona de peatones.

Imagen de la primera coca de la Rambla Nova, convertida en zona de peatones.Gerard Martí

Marta Omella
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Tarragona

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Ya hace casi un año desde que el Ayuntamiento instaló los pilones azules en la primera coca de la Rambla Nova. Una estructura que avisaba a los ciudadanos de una nueva realidad: el tramo pasaba a ser para peatones. Este cambio, en un inicio, se anunció como una prueba piloto, una medida temporal que llegaría a su fin a la vez que las fiestas de Navidad, el día 6 de enero.

Hoy, en cambio, los pilones continúan en pie, y la decisión es definitiva: la circulación de vehículos quedará cortada de forma permanente. La pacificación del tramo, comprendido entre el Balcó del Mediterrani y las calles Girona y Roger de Llúria, se planteó con el objetivo de potenciar el dinamismo comercial y cultural de la zona, convirtiéndola en «una gran plaza pública». Once meses después, sin embargo, parece que ni los tarraconenses ni los visitantes se atreven a abandonar la acera.

«Tal como está ahora, el espacio no invita a pasear, porque visualmente está igual que antes. Todos tenemos la distribución de la Rambla muy interiorizada, no nos sale de dentro caminar tranquilamente por la carretera», apunta Raquel Pizarro, presidenta de la Asociación de comerciantes Via T. La opinión actual de los comerciantes, explica, es variada. «Hay de todo, algunos están contentos, mientras que a otros no les acaba de convencer. Los inicios cuestan, pero esperamos que las cosas cambien con el nuevo proyecto», señala.

Así es, muy pronto el asfaltado de la calzada será sustituido por un pavimento color sepia, donde se pintarán los retratos de 28 personajes históricos de la ciudad. También se creará un mural con el escudo de la ciudad y la palabra ‘Naltros’, «un símbolo del vocabulario tarraconense que integra a todas las personas», destacaba el alcalde Rubén Viñuales durante la presentación del proyecto el pasado viernes. La actuación tiene un presupuesto de 100.000 euros, y se prevé que esté terminada para Sant Jordi del próximo año.

Se trata, sin embargo, de una intervención temporal de unos dos años, hasta que se haga una definitiva. «Confiamos en que este nuevo diseño dará valor añadido al espacio y atraerá a más personas», asegura Pizarro. Todo, considera que se tendrían que impulsar más zonas de peatones en la ciudad, siempre que también se facilite su acceso. «Somos conscientes de que muchos vecinos han sido perjudicados por la medida», reconoce.

De hecho, la pacificación de la calle ha sido de todo menos pacífica, y es que los residentes han dado guerra desde el minuto cero. El mismo mes de enero, un grupo de vecinos presentó más de 200 firmas contra la iniciativa. «Desde hace once meses, el Ayuntamiento ha tomado decisiones unilaterales sin tener en cuenta las necesidades de los vecinos de la zona, que no son diferentes de las básicas que tiene cualquier vecino», indican.

La comunidad denuncia que «regular necesidades como recoger a una persona mayor o con movilidad reducida, niños o mercancías se ha denegado reiteradamente, sin ofrecer alternativas más allá de solicitar excepciones puntuales».

Sobre la nueva actuación temporal, opinan que es «intolerable que se malbarate dinero de esta manera mientras ignoran las necesidades de los vecinos». Critican, también, el traslado de las terrazas a la coca central, «privatizando el espacio más importante destinado al paseo de los ciudadanos». Sea como sea, los residentes lo tienen muy claro. «No se pueden hacer políticas sin poner a los vecinos en primer lugar. Una Tarragona sin vecinos no es ‘hacer ciudad’», concluyen.

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