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Redescubrir la ciudad subiendo la mirada

El Colegio de Arquitectos, junto con Dibuix i Educació organizan cada martes de octubre un taller de dibujo en la calle

Francesc Miguel y una de las participantes del taller de dibujo en la calle ‘4 edificios que crecen en altura’.

Francesc Miguel y una de las participantes del taller de dibujo en la calle ‘4 edificios que crecen en altura’.Gerard Marti Roig

Marta Omella
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Tarragona

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La mayoría de los animales tienen la capacidad de ver, pero sólo algunos saben mirar. Los herbívoros tienen los ojos en los lados para vigilar los depredadores; los carnívoros, en cambio, los tienen en frente para enfocar la presa.

«Y es precisamente de esta mirada frontal, atenta, a que nace el dibujo», explica al arquitecto Francesc Miguel a los participantes del taller que dirige en la Rambla Nova de Tarragona. «Los humanos somos la única especie terrestre que dibuja. Muchos vemos, pero pocos miramos. Y nadie, aparte de los arquitectos, mira hacia arriba».

Con esta reflexión como punto de partida, Miguel conduce la primera sesión del taller de dibujo en la calle 4 edificios que crecen en altura, una iniciativa abierta a la ciudadanía organizada por el Colegio de Arquitectos y Dibuix i Educació.

El objetivo: enseñar a mirar la ciudad a través del dibujo y descubrir cómo cambia su perfil cuando se imagina «hacer crecer» los edificios existentes, lo que en arquitectura se llama una remonta. La primera sesión tuvo lugar delante del edificio 97-99 de la Rambla Nova, una construcción modernista de fachada salmón proyectada entre 1920 y 1927 por Josep Maria Pujol i de Barberà.

Con los años, explica Miguel, el arquitecto Urbano Rizaterra añadió una remonta detrás. Esta está compuesta por dos plantas nuevas, con un muro cortina vidriado que contrasta con el muro de carga original. «Cuando una construcción tiene valor patrimonial, la intervención se hace detrás», explica mientras señala los nuevos volúmenes, claramente diferentes del resto del inmueble.

Miguel aprovecha para explicar también los edificios que rodean el espacio. Señala el Banco de España, de líneas sobrias e inspiración clásica, para recordar cómo el franquismo copió la estética de los templos griegos. «Era una tendencia típica en las dictaduras. También en países ‘jóvenes’ como los Estados Unidos. Si no tienes historia propia, lo coges de otro lugar», comenta con ironía.

Acto seguido, enciende la sesión con una consigna: «Borrar está prohibido». Algunos participantes se ponen un poco nerviosos, pero Miguel los tranquiliza. «Cuando tienes la goma, te entra la paranoia y no avanzas. Hace falta dejarse ir y ver como el dibujo mejora a medida que haces», explica.

Llega el temido momento de poner papel sobre lápiz. Algunos se sientan en el suelo o se apoyan en los bancos, mientras que otros se mantienen de pie, pero todos comparten la misma mirada de concentración. «Empezamos con un dibujo esquemático», indica Miguel.

«Es como cuando dibujas a tu chica. Si empiezas por los labios, después no te cabe el resto», añade entre risas. Entre dudas, los lápices se ponen en movimiento. «Como las personas, los edificios tienen las mismas partes, sólo cambian las proporciones», apunta al arquitecto.

«Él lo explica tan fácil, pero cuando te pones, las proporciones son un quebradero de cabeza», admite Eduard Quadres. «Yo soy informático, hacía décadas que no cogía un lápiz», reconoce. Así y todo, asegura, le parece «una experiencia curiosa, porque sales de la zona de confort y descubres otra manera de mirar».

Mar Tenías tampoco tiene mucha experiencia, pero no le falta curiosidad artística. «Me gustan las artes plásticas y la creatividad, pero no había dibujado arquitectura. Es muy interesante, sobre todo por la información histórica», afirma.

«Yo había hecho urban sketching, pero nunca con un arquitecto», explica Laura Gallufré, ilustradora y diseñadora gráfica, que ha venido expresamente desde Cubelles. «Esta mirada técnica me ayuda a aprender», apunta. Íñigo Lúbia, estudiante de quinto de arquitectura, también encuentra en el taller una manera diferente de conectar con la profesión.

«Normalmente trabajamos con pantallas y proyectos digitales. Aquí vuelves al lápiz y al papel, y aprendes a valorar el patrimonio representándolo», señala. El ciclo continuará mañana a las 18 h en la plaza de la Font, delante del edificio 45. El 21 de octubre la sesión tendrá lugar delante de la Calle Colom, 32 y el día 28 en la Rambla Nova, 59.

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