Diari Més

Fiestas

Una cercavila diseñada en el aula y vivida en el barrio

Las Dominiques celebró ayer la primera Cercavila Inclusiva, con la compañía de los elementos festivos de Maria Cristina

El alumnado del primer ciclo de primaria desfila con pictogramas de los diferentes elementos del Seguici.

El alumnado del primer ciclo de primaria desfila con pictogramas de los diferentes elementos del Seguici.Gerard Martí

Marta Omella
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Tarragona

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Ayer por la tarde el barrio de Maria Cristina vivía una de las escenas más típicas del septiembre tarraconense: criaturas sentadas en la acera, esperando con ilusión la llegada de la cercavila. Pero los que se acercaban por la calle Rovira i Virgili no eran las bestias ni los bailes del tradicional Seguici de Santa Tecla, sino las creaciones de sus compañeros del Colegio de las Dominiques. Los alumnos desfilaban con orgullo y mucho ritmo ante un público entregado, acompañados de los maestros y de la Colla Gegantera de la escuela, que este año celebra su 25º aniversario. También los seguían los elementos festivos del barrio, así como la Giganta Frida, el Gigante Bartolo y la música de El Tecler. Todos ellos eran los invitados de honor de la primera Cercavila de Santa Tecla Inclusiva del centro.

La iniciativa fue propuesta por la maestra de plástica, Núria Musté, y convertida en realidad gracias al alumnado. «En tercero y cuarto de primaria han elaborado los carteles que llevan los de primero, y en quinto y sexto han creado las piezas que portan los de segundo. Queríamos que los más pequeños fueran protagonistas, porque siempre quedaban un poco al margen», explicaba. Cada detalle del acto ha sido diseñado con intención. «Las figuras son pictogramas, creados para que los niños con TEA se familiaricen con el bestiario y los gigantes, ya que a menudo pueden sentirse sobrepasados», apuntaba Musté. «También era importante para nosotros involucrar a todo el sector de sociedad que tenemos alrededor», añadía.

La desfilada arrancaba desde el patio a las tres y media, con la mezcla de orden y caos que típicamente acompaña a los más pequeños. Las familias aplaudían con ganas, inmortalizando el momento con sus teléfonos móviles. Algún vecino curioso salía al balcón para ver de dónde provenía el alboroto que había interrumpido su siesta. No parecían muy molestos. Los que más disfrutaban, sin duda, eran los portadores. «Ha estado muy chulo. Es como el seguici, pero con el ‘cole’», aseguraba Miquel. La cercavila finalizaba una hora más tarde ante su punto de partida, con un baile conjunto y una foto de familia que no fue fácil de coordinar. «¡Mirad aquí!», exclamaba el fotógrafo desde una azotea. Todo un show. Con suerte, el primero de muchos.

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