Sociedad
La historia de la Chartreuse, el licor secreto que quiere volver a producirse en Tarragona
La empresa se plantea volver a envejecer su producto en la ciudad y embotellarlo como Chartreuse de Tarragona

El proceso de elaboración de la Chartreuse sigue siendo un secreto.
La Chartreuse es un licor de hierbas francés elaborado a partir de la maceración de numerosas plantas en un aguardiente de alta graduación. Su nombre rinde homenaje al monasterio cartujo de la Grande Chartreuse, en los Alpes, cuyo topónimo alude al macizo de la Chartreuse.
La historia de la Chartreuse se remonta a 1605, cuando el duque de Estrée entregó a los monjes de la cartuja de París un manuscrito con la fórmula “Élixir de Longue Vie”. Aunque la receta resultó demasiado compleja y quedó abandonada, siglos después la Gran Chartreuse logró rescatarla. En Saint-Pierre-de-Chartreuse, la farmacia de la cartuja comenzó a elaborar el “Élixir végétal” y, a partir de 1764, lo comercializó, dando lugar al “Liqueur de santé” derivado de aquella base.
En la década de 1840 apareció la chartreuse amarilla, más suave que la verde, y en 1860 se construyó la destilería del monasterio para formalizar su producción. La Revolución Francesa interrumpió la vida monástica y, en 1793, los cartujos cesaron la destilación. La comunidad regresó en 1816 y retomó la elaboración, consolidando así una tradición que combinaría botánica, monasterio y técnica distilatoria.
El punto de inflexión para Tarragona llega en 1903, cuando los cartujos fueron expulsados de Francia y llevaron su secreto a Tarragona, estableciendo una destilería que popularizó el licor bajo el nombre “Tarragona”. Entre 1921 y 1929, se produjo en Marsella con el mismo nombre, manteniendo viva la marca fuera de Francia. Tras la Segunda Guerra Mundial, los monjes regresaron a Francia y reanudaron la producción en Voiron (Isère), mientras Tarragona dejó de operar en 1989, cerrando la destilería.
A día de hoy, la elaboración de Chartreuse se concentra en Voiron. El proceso sigue siendo un secreto: unas 130 hierbas se maceran en alcohol de uva y, tras destilarse, el desarrollo continúa con miel destilada y jarabe de azúcar, antes de su envejecimiento en roble. La “sala de las plantas” del monasterio sigue siendo el epicentro de la mezcla, transmitida de generación en generación por solo dos monjes.
Eso sí, según ha podido saber Diari Més, Chartreuse quiere volver a Tarragona para envejecer su licor y construir un museo. La firma francesa ha propuesto a la Generalitat de Catalunya la creación de un museo en la fábrica del barrio del Puerto donde los monjes cartujanos destilaron, entre 1903 y 1989, este emblemático licor. No solo eso, sino que la empresa se plantea volver a envejecer su producto en estas instalaciones y embotellarlo como Chartreuse de Tarragona.