Reportaje
«Está en nuestras manos el último recuerdo del difunto»
Los tanatopractores del Tanatorio Municipal explican y reivindican su trabajo y creen que se tienen que romper «tabúes»

Imagen de los dos trabajadores del tanatorio municipal, Juan José López y Laia Morales.
Cuando se murió la bisabuela de Laia Morales se despertó dentro suyo una vocación. «No tenía ningún buen recuerdo del proceso y me llamó la atención. Cuando pasó todo, le dije a mi madre que quería trabajar en una funeraria», explica. Tenía 12 años. Ahora, con 24, ya hace dos años que trabaja en el Tanatorio Municipal acompañador las familias en estos momentos. ¿«Me dicen ‘No eres demasiado joven’? Pero es mi elección. Está en nuestras manos que se lleven el mejor recuerdo posible de la persona que ha muerto», añade. Lo hace con Juan José López, antiguo pescador, que hace casi 30 años que entró en la tanatopraxia. «Hacemos el trabajo de detrás, el que no se ve y de la que no se habla,» expone.
No son unos ‘maquillamuertos’, su trabajo va mucho más allá. Ellos se encargan de todo el proceso, desde recoger el cuerpo, hablar y asesorar a la familia hasta hacer las prácticas sanitarias y estéticas que corresponda. «Cuando tienes un golpe con el coche, todo el mundo sabe lo que tiene que hacer. Cuando hay una muerte es muy parecido, porque se tiene que hacer burocracia de los seguros y otros. Sin embargo, como es tabú, hay mucha desorientación», explica Morales. Sus colegas en la oficina agilizan los trámites como las licencias para poder enterrar, mientras ellos trabajan con el cuerpo. «La mayoría de familias lo deja en tus manos. Y nosotros intentamos que quede el más natural posible, como si estuviera durmiendo. Es mejor hacer corto», dice López. Los tanatopractores acostumbran a preguntar a las familias antes y piden alguna fotografía del difunto para ayudarse. «Con las mujeres a veces te dan su pinta labios o te marcan como quieren el pelo. En cambio, con los hombres acostumbras a trabajar más la barba o las patillas», explican. Cuántas más horas pasan, más difícil es trabajar con el cuerpo y los profesionales trabajan con productos específicos, como cremas con formol, para retocar los rostros. «La respuesta acostumbra a ser muy buena y es muy gratificante. Les familias te abrazan porque saben que estamos con ellos, para lo que necesiten, no hacemos un trámite», expresa Morales. Les décadas de experiencia de López hace que haya visto y vivido situaciones de todo tipo. Cada uno lo vive a su manera y tenemos que ser muy empáticos. Hay casos como el de una viuda que estaba sola en el tanatorio que te afecta y te emociona. No somos de piedra», dice.

López y Morales durante la entrevista con Diario Más.
La visión de la muerte
En este sentido, los tanatopractores explican que, una vez empiezas a trabajar, la cabeza hace un «clic» con respecto a la muerte. «Estás en contacto todo el día. Me ha pasado de ver a una vecina en el supermercado y el día siguiente ir a buscar su cuerpo. Desde que empecé aquí, cada día llamo a mi abuela. Si puedes decir hoy te amo a alguien no lo dejes para mañana. Parece un tópico, pero es la verdad», expone Morales. A pesar de la rutina diaria, expresan que no se acaban nunca de acostumbrar y los afecta psicológicamente. «La pandemia de la Covid fue muy dura. No los podías tratar. Era como una fábrica y deshumanizabas a la persona. No hemos tenido ningún reconocimiento por parte de la sociedad y creo que es muy injusto», lamenta López. La única forma de revertirlo es hablar y enseñarlo. «No hay documentales. No salgamos a los medios. Se acostumbra a relacionar con cosas extrañas y al final somos gente normal y corriente».