Fiestas
El agua es vida... y fiesta
Tarragona se volcó un año más con la llegada del agua de Sant Magí a la ciudad

La recuperada Carroza del Santo en una plaza de la Font abarrotada de personas por la llegada del agua milagrosa.
Las grallas y los timbales anunciaban la llegada del agua de Sant Magí a la plaza de la Font, donde caían algunas gotas finas de lluvia. El cielo estaba gris, pero nadie quiso perderse uno de los momentos más icónicos de las fiestas del patrón de Tarragona. La gente se volcó un año más con este acto tradicional, que permite hacer un viaje exprés a un pasado en el que era habitual ver carruajes paseando por la ciudad. «Cuando era pequeña venía siempre con mis padres», explicaba Berta. Ayer por la tarde, sin embargo, iba acompañada de su hija: «Ahora me toca a mí traerla a ella y transmitirle este sentimiento».
Como ellas, muchas familias se acercaron hasta la Part Alta para disfrutar de esta celebración. Los vítores y aplausos se iban intensificando en la plaza a medida que los carros engalanados con hiedra y hojas de palmera se acercaban al Ayuntamiento. No podía faltar tampoco la albahaca y su característico aroma, que inundaba todas las calles por donde pasaban. Sobre el escenario, el arzobispo de Tarragona esperaba a los portants del agua milagrosa para hacer la habitual bendición. La solemnidad de la oración dio paso a la algarabía de la Cercavila, capitaneada por el Magí de les Timbales.

El momento de la llegada del agua en el Portal del Carro.
Le seguían los Gigantes y los Cabezudos de la ciudad, así como el Ball de Bastons y los Bastoners del Esbart Santa Tecla. La comitiva tomó el Cos del Bou y la bajada de la Peixateria, uno de los puntos donde más gente se acumuló. Y es que allí se podía ver cómo los caballos que tiraban de los carruajes aceleraban el trote para superar la pendiente. Después de muchos años, la gente también pudo ver la Carroza del Santo.
«Siempre llegamos con antelación para no quedarnos sin sitio», apuntaba Berta, quien remarcaba que «es muy importante mantener las tradiciones en la ciudad». No solo los tarraconenses quedaban embelesados, sino también los turistas que se topaban con este espectáculo.
La recompensa a un largo camino
«La llegada del agua a la Plaça de la Font es uno de los momentos más bonitos», aseguraba Sergi Baches, coordinador y miembro de la junta de los Portants del Agua. «Sentimos mucha ilusión y alegría cuando vemos las caras de alegría de la gente que viene a recibirnos», explicó. El domingo, a primerísima hora, salieron del santuario de la Brufaganya con el agua milagrosa rumbo a Tarragona. El camino fue tranquilo, pero se toparon con el mismo obstáculo de cada año: las altas temperaturas. De hecho, ayer tuvieron que salir a las 6:15 h de Bràfim —tres cuartos de hora antes de lo previsto— y hacer más paradas para que los caballos y los cerca de ochenta portadores pudieran refrescarse. «Nos vamos adaptando a este cambio climático loco», decía Baches.
Dicen, con buen criterio, que el agua es vida. En Tarragona, también es fiesta. Y así se demuestra cada agosto con la llegada del agua de Sant Magí a la ciudad, que da paso al día grande de las fiestas del patrón, cuando se vivirá el colofón final a una celebración que despierta pasiones.