Sociedad
Usuarios denuncian la «degradación» de los pipi-canes de Tarragona
Piden más civismo a los otros propietarios y más mantenimiento por parte del Ayuntamiento

Imagen del pipi-can del Parque de la Ciutat, uno de los 13 de los que dispone Tarragona.
Incivismo y dejadez. Con estas palabras describen algunos usuarios habituales los pipi-canes de Tarragona. Actualmente, la ciudad dispone de 13 espacios habilitados para este uso, pero muchos propietarios de perros no acaban de estar satisfechos con su estado. Aunque desde el Ayuntamiento se asegura de que estos recintos «se limpian y revisan diariamente, igual que cualquier otra calle o parque de la ciudad», las quejas persisten.
«Intento mantener el espacio limpio, pero la realidad es insalubre. Los agujeros que hacen los perros no se controlan y pueden provocar caídas, las puertas están en muy mal estado, y la fuente de agua a menudo se estropea y se pasa semanas sin funcionar», explica Cristina Silva, que frecuenta el pipi-can del Parque de la Ciutat. Desde el consistorio, sin embargo, se defiende que «cuando se recibe una queja o un aviso concreto, se actúa puntualmente para hacer reparaciones».
Silva también denuncia la falta de responsabilidad de algunos usuarios, afirmando que «muchos dejan a los perros hacer lo que quieren y no recogen los excrementos». «El espacio se degrada muy rápidamente», asegura. En cambio, tiene una opinión más positiva del pipi-can del Parque del Francolí. «Está muy bien y hay buen ambiente, la gente es muy respetuosa. Es uno de los mejores de la ciudad, y el parque de Agility es mucho chulo», apunta.
Espacios inseguros
Aún así, también tiene algunas críticas. «Más de una vez la puerta no cierra y entran niños a jugar, cosa que puede ser peligrosa, porque no es un parque infantil», señala. De hecho, recuerda un incidente reciente. «Una vez entró una niña con autismo al recinto. Tocó uno de nuestros perros y, aunque la avisamos, la mordió», relata.
Emilio Soriano, que también hace uso habitual del pipi-can del Parque de la Ciutat con sus perras, cree que los principales culpables de esta degradación son los mismos usuarios. «Es muy fácil señalar a otros, pero aquí los responsables de los perros son sus propietarios. Si el animal hace un agujero, es el dueño quien tendría que taparlo y si hace sus necesidades, es el dueño que tendría que recogerlas. Lo que no se puede hacer es llegar aquí, sentarse el banco con el móvil y dejar que el perro haga lo que quiera. Después se quejan si hay peleas o alguien tropieza en un hoyo», comenta.
En el Serrallo, Laura Piñol opina que el pipi-can situado al lado de la piscina municipal es demasiado pequeño. «Con tres perros, ya no cabe nadie más. Y sólo hay una puerta, si por ejemplo un perro agresivo te ataca a ti o a tu mascota, no tienes salida rápida», afirma. «Entiendo que quizás el espacio en la zona es limitado, pero encuentro que se podría ampliar un poco para permitir más aforo», concluye.