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Los operarios de Ematsa llevarán pulseras de temperatura contra los golpes de calor
El mecanismo arrancó como una prueba piloto y ahora ya se ha incorporado. En la Brigada de Limpieza también se utilizaron

Por segundo verano consecutivo, los operarios llevarán pulseras de control de temperatura.
Por segundo verano consecutivo, los operarios de Ematsa llevarán pulseras de control de temperatura para evitar los golpes de calor. El mecanismo empezó como una prueba piloto y desde el año pasado ya se utilizan de manera habitual cuando empiezan a subir las temperaturas.
«Además de las pulseras, para el personal que trabaja en la calle a partir de junio se adapta el horario y se reorganizan tareas para evitar las horas de más calor. Se equipan con gorras con protección, crema de protección solar y loción anti picadas, mochilas térmicas para mantener la bebida fría y para desarrollar trabajos en la calle disponen de carpas, parasoles y ventiladores», explican desde la compañía de aguas pública. Ematsa destinará 4.154,73 euros, con IVA, para obtener los dispositivos.
Aviso en el móvil
Unas pulseras que cada vez se ven más en empresas que trabajan en el exterior durante los meses de verano. Un ejemplo es la Brigada de Limpieza de Tarragona, que también las ha utilizado durante los veranos. El dispositivo, a través de un aviso en el dispositivo móvil, va midiendo la temperatura corporal del trabajador y alerta del riesgo de hipertermia o golpe de calor.
El incremento brusco de la temperatura corporal es el primer síntoma del golpe de calor y lo que causa el resto de afecciones: dolor de cabeza, vértigos, mareos, vómitos, desorientación, agotamiento, respiración y frecuencia cardiaca acelerada y pérdida de conocimiento.
Más de 1.600 muertes
El sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo) del Instituto Carlos III, que trabaja desde el 2020, ha registrado ya 1.655 muertes atribuibles a las temperaturas en Cataluña. El Govern de la Generalitat ha asegurado que se trabaja con la previsión de tener un verano «clásico», con un ligero incremento de la temperatura en junio pero sin largos periodos de sur ni calor extremo.
Con respecto a las lluvias, los pronósticos hablan de un verano normal y un otoño ligeramente húmedo a partir de octubre. La temperatura en los municipios del área metropolitana de Barcelona se estima que subirá entre 1,7 y 3,7 grados en el 2100, según calcula el proyecto ICARIA.