Sociedad
Eduard Boada ya es hijo adoptivo de su Tarragona
El acto de entrega de la distinción reunió familiares y amigos y repasó la trayectoria y el impacto del ‘tascaman’ en la ciudad

El acto de entrega de la distinción se celebró en el Paseo Arqueológico.
Ahora ya sí, Eduard Boada Pascual es hijo adoptivo de la ciudad de Tarragona. «Entrar en Casa Boada era dejarse llevar por un ritual buscado, pero al mismo tiempo muy honesto». En un último ritual, familiares y amigos, además de autoridades, se reunieron en el paseo Arqueológico para la entrega de la distinción. «La gracia del señor Boada es que es nuestro, es patrimonio de la ciudad. Pero es universal. Convirtió el bocadillo en un objeto de culto. Era un hombre mitificado, pero hecho a sí mismo», expresó Enric García Jardí, autor del libro Señor Boada.
Con una barra de pan bajo el brazo, el biógrafo repasó el impacto del ‘tascaman’ en la ciudad. «Se inventó la tortilla de patatas chips porque antes había hecho bocadillos de olla, de dulce de membrillo y de turrones. Es decir, la conciencia de la tradición fue lo que lo hizo creativo», explicó García Jardí. El acto estuvo acompañado por música, como le habría gustado a Boada, y sonaron canciones míticas como ‘Murallas de Tarragona’ e ‘Imperial Tarraco’.
Adoptivo y predilecto
«Mi padre nunca se habría imaginado un acto así. Ha llegado gracias a todas las personas que lo han querido», dijo Eduard Boada hijo. Los dos hijos del rey del bocata recogieron la distinción y recibieron una gran ovación. «Es bonito pensar en él y recordarlo», expresaron. Mientras el sol caía y el reflejo impactaba sobre las murallas, el público asistente escuchaba la música y los emotivos discursos.
«Hacemos un acto de justicia, porque lo hacemos hijo adoptivo. Pero también es un acto de injusticia, porque Boada tendría que ser hijo predilecto también», expuso a Rubén Viñuales, alcalde de la ciudad. «Era más de Tarragona que las murallas. Y era una buena persona, que intentaba que también todo el mundo fuera mejor persona. Me preguntaba a menudo por como iban las cosas en el Ayuntamiento y siempre me decía: «‘sobre Todo, quereos’», explicó el alcalde.
Alimentar su recuerdo
Como no podía ser de otra forma, no faltaron los famosos bocadillos, a cargo d'Ol'Dirty Smash. De tortilla, níscalos, de todo tipo. Para celebrar la distinción de toda la ciudad. «Fue una persona querida universalmente en Tarragona. Y este es un título muy difícil de conseguir», expresó Sandra Ramos, consejera de Cultura.
El acto acabó con el Amparito Roca, con todos los asistentes de pie, dando palmas y tarareando la melodía. Pocas cosas más genuinamente tarraconenses. Como el nuevo hijo adoptivo de la ciudad. De su Tarragona. «No le tendría que decir nada porque este acto está lleno de nombres. Usted alimentó generaciones enteras de tarraconenses. El Ayuntamiento hace un buen trabajo con el acto. Ahora somos nosotros el que tenemos el deber de alimentar su recuerdo», compartió García Jardí.
Una tarde emotiva y sencilla. Una distinción y un acto justo para el homenajeado. «El señor Boada era al mismo tiempo la sabiduría popular, la picaresca, este escepticismo cuando te escudriñaba con las gafas un poco bajadas. Pero también era la ternura, con un fondo idealista que persistía, y la generosidad y la fidelidad con los amigos. Estos últimos meses he echado de menos sus audios de WhatsApp que siempre acababan de una manera muy pragmática, pero también muy auténtica y divertida: «‘Bueno, adiós’».