Limpieza
Los contenedores soterrados de Tarragona se quitarán cuando se adjudique el contrato de la basura
Hace diez años se aprobó una moción para retirar unos contenedores que han generado muchas quejas vecinales

Imagen de una isla de contenedores en el barrio de Sant Salvador.
Tarragona todavía tiene 109 islas de contenedores soterrados repartidas por la ciudad. En 2015, el pleno municipal del Ayuntamiento aprobó una moción que pedía la eliminación de estas estructuras metálicas instaladas entre 2006 y el 2012, y que no han acabado teniendo el éxito que se esperaba. Se retiraron más de 120 islas durante el 2020, y, dos años después, se redactó el proyecto ejecutivo para sustituir los depósitos restantes por unos de superficie.
Hasta ahora, sin embargo, no se ha llevado a cabo. La razón es que esta intervención se incluyó dentro del nuevo contrato de la limpieza y, hasta que no se adjudique, no se procederá a la retirada de los contenedores soterrados que permanecen en la ciudad. Fuentes municipales explican que esta actuación supone «un gasto muy alto», que no puede asumir. Aparte, señalan, «los camiones que tenemos ahora no pueden cumplir técnicamente estas tareas». Estos fueron los dos principales motivos por los cuales el consistorio decidió poner este proyecto dentro del nuevo contrato —valorado en 230 millones de euros—, para que se haga cargo la próxima empresa adjudicataria.
El entramado de recursos y juicios que rodean la licitación del servicio de la limpieza hace que la espera se vaya alargando más todavía. Esta situación genera desesperación entre los ciudadanos de Tarragona que, de alguna manera u otra, sufren los problemas que ocasionan los contenedores soterrados, como los malos olores y las humedades que hay alrededor. En algunos casos, se acumula agua en su interior, ya que no tiene un sistema de drenaje.
Las dificultades vinculadas a las lluvias o al mantenimiento de estos depósitos metálicos fueron algunos de los factores determinantes que hicieron que el Ayuntamiento decidiera eliminar el sistema de contenedores soterrados, el cual «no se ajusta a los criterios medioambientales vigentes». Así se expone en el proyecto para la eliminación de las 109 islas que hay todavía en la ciudad, donde se expone que esta actuación costará unos 700.000 euros y se ejecutará en cinco meses. La inversión puede ascender hasta los 2 millones de euros, con la compra de los nuevos contenedores de superficie.
Quejas vecinales
Desde el primer momento que se instalaron, los contenedores soterrados han generado quejas por parte de los tarraconenses por toda la ciudad. Gran parte de las 109 islas que continúan en funcionamiento, se encuentran en el sector norte. Es decir, por la zona de Sant Salvador y de Sant Pere i Sant Pau, donde hay 72. Durante los últimos años, los residentes de estos barrios han criticado en reiteradas ocasiones la suciedad causada por estas estructuras. «Los problemas continúan hoy día, es un horror», asegura Tere Sanz, presidenta de la Asociación de Vecinos (AV) de Sant Pere i Sant Pau.
En este sentido, explica que «algunos contenedores están averiados cada dos por tres» y eso hace que algunas personas decidan dejar la basura a su alrededor. Igualmente, denuncia «el ruido que se produce a las tres de la madrugada cuándo el camión pasa a recogerlos». El principal problema, sin embargo, son los «malos olores» que se producen cuando se acumula agua. La presidenta de la AV de Sant Salvador, Alba Pavón, alerta de que con la llegada del verano y el calor, «la situación irá a peor, con la acumulación de mosquitos y moscas. No sé hasta cuándo lo aguantaremos». Por este motivo, la representante vecinal reclama que «se tomen medidas urgentes».
Ponent es el otro gran damnificado con 24 islas de contenedores soterrados, principalmente en Torreforta y la Granja. El vicepresidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Tarragona (FAVT), Miguel Cruz, critica la «falta de mantenimiento» de estas estructura que se han convertido en un «pozo de basura» y supone «un problema de salubridad y salud». «Salen cucarachas y ratas», explica Cruz, quién cree que «hace falta una limpieza intensa» de estos recipientes.