Tradición
Los tarraconenses se despiden de la Semana Santa disfrutando de la mona en los espacios verdes de la ciudad
Varias familias celebraron este día en el Pont del Diable y en el Parc del Francolí

Mercedes Alcañiz y su familia formaban uno de los numerosos grupos que escogieron el Pont del Diable para celebrar el Lunes de Pascua en Tarragona
Después de días de procesiones y escapadas, la Semana Santa vivió ayer su tradicional y dulce final. Como ya es costumbre, muchas familias tarraconenses se organizaron muy temprano para reservar el mejor espacio donde comer la mona y disfrutar de la naturaleza.
En el Pont del Diable, una fila constante de gente subía hacia la zona de picnic cargando sillas de camping en una mano y la mona en la otra. Mercedes Alcañiz fue una de las primeras de llegar, a las nueve de la mañana. «Vengo aquí desde que era pequeña y lo haré hasta que los niños se cansen», explicaba. Sus ahijados, de 12 y 14 años, ya no se conforman sólo con la mona de chocolate. «Ahora también los pongo unos dineritos, que les va mejor», confesaba.

Los ahijados de la Mercedes con sus monas
La familia de la Mari Carmen Sánchez también llegó temprano. «Bien, ha sido la tía Matilde a quien ha guardado la mesa, los más dormilones venimos después», reconocía. «Nos gusta estar aquí, y el día acompaña», apuntaba.
A pesar del encanto, este año el precio de la mona hizo repensar opciones. «No descarto hacerla en casa el próximo año», comentaba. A su ahijado, Èric Sánchez, le parecía una buena idea. «¡Sería divertido hacerla juntos!», aseguraba.

La Mari Carmen y su ahijado, Èric, abriendo la mona de Pascua
Justo al lado, un grupo de familias de la misma escuela celebraban su propia tradición. «Organizamos una búsqueda de huevos y después el conejo de Pascua los llevará un regalito», explicaba Beatriz Defez.

Beatriz con el grupo de alumnos, padres y madres de la escuela
En el Parc del Francolí, las mesas de picnic también se llenaron rápidamente. Para Àngels Molins, este era un día especial, ya que celebraba la primera mona con toda la familia. «A mí me gusta el roscón de toda la vida», explicaba.
Su cuñada, la Ramona Espinal, vivía la tradición por primera vez. «En la República Dominicana es bastante diferente. Les procesiones me parecieron espectaculares», comentaba.

La Ramona Espinal y el Àngels Molins con su familia en el Parc Francolí
La Guadalupe Rizocantos, de origen ecuatoriano, ya hace 24 años que celebra la tradición con sus sobrinos. «Es una costumbre muy bonita y a los niños los hace mucha ilusión», aseguraba. «Yo siempre la pido del Barça, es mi equipo favorito», explicaba Dylan con una gran pelota de chocolate en las manos.

Dylan con su mona de chocolate y su familia
Ayer los espacios naturales de la ciudad también contaron con la presencia de la Guardia Urbana, que desplegaron un dispositivo especial para evitar incendios y conductas incívicas durante la celebración.

Dos agentes de la Guardia Urbana de Tarragona a caballo al Pont del Diable