Cultura
Les mujeres en la Antigua Roma: entre la sumisión y la independencia
Inscripciones epigráficas revelan una realidad más diversa del papel femenino en Roma, entre ideales de castidad, empresarias y uniones no convencionales

Mientras que las mujeres aristócratas estaban confinadas en sus hogares, las otras clases sociales podían trabajar
La civilización romana es considerada una de las más influyentes de la historia, pionera en ámbitos como la arquitectura, o la ingeniería. No obstante, también es conocida por su estructura social rigurosa, con normas estrictas y consecuencias fatídicas para aquellos que se atrevían a romperlas. Les mujeres no eran excepción, y su rol era muy claro. El ideal femenino romano era la matrona, la esposa perfecta, modesta, discreta y abnegada. Así y todo, hay otro gran factor que caracteriza esta época: la contradicción. De nuevo, el papel de la mujer no era excepción. A pesar de los ideales que la confinaban en el hogar, las inscripciones epigráficas funerarias revelan una realidad mucho más diversa.
Así lo explicaba este martes Diana Gorostidi, doctora en Filología Clásica, en la charla Noms, renoms, y ‘ménage à trois’: visiones poliédricas de la mujer en la Antigua Roma, la primera de las tres jornadas ‘PreTETA’ organizadas en el marco del festival feminista de Tarragona. «La epigrafía de la época manifiesta claramente la percepción de la mujer aristocrática y los estereotipos a los cuales se la sometía», explica a la filóloga. De esta manera, señala, adjetivos como «bonitísima», «castísima», y «fielísima» eran abundantes en estas inscripciones funerarias, usualmente escritas por sus esposos o familiares. ¿Qué pasaba, en cambio, con las mujeres que no pertenecían a los órdenes privilegiados? «Las líneas de las diferencias sociales tocan, se mezclan y se confunden, tal como lo demuestran, también, las fuentes literarias de la época,» apunta Gorostidi. Así, mientras las matronas aristocráticas vivían restringidas en el ámbito privado, muchas otras mujeres trabajaban fuera de casa para mantenerse.
«Se documentan, incluso, actividades vinculadas al mundo de la emprendeduría, demostrando que las mujeres, fuera del hogar, también fueron parte del motor y el engranaje del imperio», asegura a la investigadora. Existía, además, una parte de la sociedad femenina aristocrática que contaba con privilegios únicos. Se trata de las viudas, que podían mantener la tutela de sus hijos y disponían de independencia jurídica y económica. «Tenemos casos como el de Cornèlia, hija del Escipió Africà y madre de los Gracs. Cuando murió su marido, rechazó todas las ofertas de un segundo matrimonio, incluyendo una del rey de Egipto Ptolomeo, escogiendo la autonomía por encima de una mayor riqueza,» explica. Cornèlia, de hecho fue la primera mujer a recibir una estatua pública.
Con el paso del tiempo, indica, la rigidez institucional y familiar se fue relajando, pero a las matronas de clase superior todavía se les exigía un comportamiento impecable. El pecado más aterrador, sin duda, era el adulterio, considerado un crimen público mediante la Lex Iulia y castigado por lo común con el exilio. Los hombres no podían ser acusados de adulterio, pero si de ser proxeneta si no denunciaban a sus esposas. Un hecho curioso, ya que la prostitución era un oficio reconocido por la ley y las mujeres que lo ejercían eran eximidas de castigo. Hay que destacar, sin embargo, que estas no tenían permitido casarse. Tampoco lo tenían los individuos que de diferentes clases sociales. «Está aquí donde entran las uniones de facto entre parejas que convivían de forma estable, como el concubinatus o el contubernium», explica Gorostidi.
La vida sentimental de los romanos, sin embargo, tenía todavía más matices. «Oficialmente, eran monógamos, pero sus costumbres eran bastante más laxas», indica la investigadora. Y es que en algunos casos se formaron uniones de tres personas, documentadas, incluso, en inscripciones funerarias. «El testimonio en piedra de estas relaciones manifiesta que se consideraban uniones socialmente aceptables, incluso equiparables al matrimonio», afirma a la filóloga. «El análisis de todos estos casos contribuye a mejorar la actual percepción sobre la condición de la mujer romana y comprobar como, a veces, conceptos como la emancipación femenina, o el poliamor podían convergir sin mostrarse completamente antagónicos», concluye.