Sociedad
La última tienda de máquinas de coser de Tarragona tiene el legado asegurado
Pepi Álvarez se jubila después de casi 50 años al frente de su tienda, que continuará en manos de su hija Natàlia

Imagen de Pepi Álvarez en su tienda de máquinas de coser, situada en la calle Reding.
«La máquina de coser es el único electrodoméstico que se hereda. No es como comprar una lavadora y desvincularte, no. Es una relación muy estrecha, un mundo aparte,» explica Pepi Álvarez desde su tienda, rodeada de telas y bobinas de hilo. En las mesas situadas en el fondo del local, una cliente aprende cómo coser un borde. Escenas como esta han sido su día a día durante casi cincuenta años. De aquí a poco, sin embargo, Pepi se jubilará, y la tienda iniciará una nueva etapa en manos de su hija Natàlia, abandonando por primera vez en 40 años la calle Reding para trasladarse al número 42 de Rovira i Virgili.
«Me gusta lo que hago. Es un trabajo muy distraído, y los clientes son como una familia. He disfrutado mucho, pero ha llegado el momento de parar», afirma Álvarez emocionada. Este, admite, está siendo un despido muy duro, ya que la costura es una pasión que la acompaña desde bien temprano. «Salía de la escuela e iba a bordar», recuerda. Al cabo de un tiempo, explica, su profesora se marchó y ella, ya con el título de bordadora, se quedó trabajando en la tienda. El año 1986 se hizo autónoma, adaptándose a los cambios laborales que impulsaban muchos trabajadores a emprender por su cuenta.
Desde entonces, su tienda ha cambiado varias veces de ubicación, pero siempre ha estado en la misma calle. «Empezamos en el número 13, después nos desplazamos a la escalera B del número 16, y ahora estamos aquí, en la escalera A», explica. Los años han pasado, y los tiempos han cambiado, pero la Pepi siempre ha estado, manteniendo vivo un sector que, desafortunadamente, ha visto como otras tiendas cerraban. De hecho, actualmente, la suya es la única remanente de la provincia. «Como estamos en la capital, siempre hemos tenido clientes de todo el territorio, pero ahora todavía recibimos más», señala Álvarez.
«Evidentemente, una máquina de coser la puedes comprar en muchos otros lugares, pero no recibirás el mismo trato que aquí», asegura. Y es que en la tienda de Pepi se hace mucho más que vender máquinas y su material correspondiente. «Ofrecemos reparaciones, restauraciones, asesoramiento, servicio de post-venta, talleres... Vender un producto es una cosa, pero enseñar a los clientes cómo funciona es otra, y es importantísimo», apunta. «Una máquina de coser no es pulsar un botón y ya, es complejo, y muchas personas al principio no salen adelante, entonces se frustran. Si los clientes aprenden como utilizarla, le sacarán más provecho, y probablemente volverán, sea para pedir recambios o consejos», añade.
El mundo de la costura ha cambiado mucho desde que Pepi empezó. Antes, explica, era habitual tener una máquina de coser en casa, y casi todo el mundo sabía hacer pequeños arreglos. Ahora, en cambio, la costumbre se ha perdido, y gran parte de sus clientes llegan a la tienda con el objetivo de aprender un nuevo hobby. «Nos encontramos con muchas señoras jubiladas que hasta ahora no habían tenido tiempo de aprender, pero también llegan muchos jóvenes aficionados al diseño y la moda», señala Álvarez. Además, apunta, el retorno de lo vintage también se ha vivido en la tienda. «Estas tendencias se notan enseguida. Las modas se marchan, vuelven, es un ciclo, y ahora parece que a la gente lo interesa», reconoce.
Continuar el legado
Quizás es un hecho poco usual, pero a Pepi no le hace ningún tipo de gracia jubilarse. El hecho de que su hija tome el relevo de su querida tienda, sin embargo, la ayuda a digerir este final de etapa. «Me hace muchísima ilusión asumir la responsabilidad. He crecido aquí y para mí es mucho más que un negocio, es familia», asegura Natàlia Sabaté. «Es muy necesario conservar comercios de proximidad como este, y lo haré encantada», concluye.