Cultura
Crónica: El orgullo ajeno de la 'Sogra i la nora'
'Sogra i Nora' de Dames i vells se representó en la Antigua Audiencia a causa de la lluvia con todas las sesiones llenas

Imagen de una de las representaciones que se hizo de Suegra y Nora en la Antigua Audiencia
Reconozco que me cuesta no buscar siempre la parte más negativa de las cosas. Es decir, que tengo tendencia a encontrarlo todo cagado y meado, como habría que decir de manera muy apropiada tratándose, esta, de una crónica sobre un espectáculo de Dames i Vells.
Con pocos días de diferencia Tarragona ha intentado sacarme la razón. Primero porque me regalaron entradas para ver Tots ocells, la obra que la Perla 29 está girando y que llevó al Teatro Tarragona. Fui aunque, de entrada, un texto de un autor libanés de tres horas de duración más bien me tiraba atrás.
Y suerte que lo hice y pude disfrutar de un ejercicio teatral conmovedor, con un texto despampanante de Wajdi Mouawad, con actuaciones (algunas, no todas, también hay que decirlo) de primer nivel. Mi sensación final fue de incredulidad, sobre todo de cómo se puede hacer un relato sobre el conflicto entre Palestina e Israel, y sobre herencias y luchas religiosas y que salga una obra tan poética sobre la condición humana. Y eso aunque, al fin y al cabo, la conclusión es que seguramente no hay solución definitiva posible.
Y, en segundo lugar, este sábado, pude asistir a la representación de La Sogra i Nora de Dames i Vells. Que habla de otros conflictos y otras luchas, claro está, pero que me dejó igual de satisfecho al acabar de verla. Sabéis aquello de pasar vergüenza por otro que todos hemos experimentado alguna vez. Pues bien, reivindico también el concepto del orgullo ajeno.
Es lo que noté después de ver la representación. Porque era la cuarta que el grupo hacía sólo por la mañana. Después de ir a la residencia de Mercè a hacer risa a los abuelos, arrancaron en la Antigua Audiencia a causa de la amenaza de lluvia.
A la segunda representación la cola daba la vuelta aledificio, y los de Damas y Viejos decidieron que nadie se quedaría sin actuación. Enseguida anunciaron que harían una tercera para la gente que se quedó fuera y que esperó pacientemente su turno.
En eso demuestra la gente de Damas y Viejos no sólo que aman lo que hacen, sino que tienen el máximo respeto por aquellos que deciden irles a ver. Y eso, que queréis que os diga, me pareció un gesto especialmente bonito, teniendo en cuenta que ya llevaban tres actuaciones y les esperaban todavía las de la tarde.
Una vez ya dentro de la sala era la hora del baile hablado, más hablado que bailado y que, en estructura, respeta la de Dames i Vells, que ya conocemos de Santa Tecla.
Pero la estructura era casi la única cosa que Dames i Vells y Sogra i Nora comparten. El resto es bien diferente, pero teniendo en cuenta de la reacción del público, consiguen idéntica aceptación.
El director, Oriol Grau, aparece en escena no como arzobispo, sino que se convierte una especie de flautista de Hamelín que acompaña en el grupo de músicos que empiezan la escena. Porque el protagonismo, y en eso se ligó la actuación para coincidir con el 8M, es de las mujeres.
La tradición que, en el caso de Dames i Vells, hace que todos los papeles del entremés sean masculinos, aquí se rompe porque son exclusivamente para las mujeres de la formación. Aquellas que cada fiesta mayor quedan diluidas como simples comparsas; un papel nada agradecido cuando se defienden, desde la sátira, valores bien contrarios.
Suegra y Nora es un teatrillo divertido que no deja ningún tópico por tocar, porque los tópicos son la realidad, he ahí. Quizás esperaba más elementos de escatología y grosería –como los que tampoco se ahorran a los Nadales Marranes los de Dames i Vells–, y quizás también por la indiscernible presencia de lo que se puede ver por Santa Tecla, incluso me pareció que los personajes masculinos eran tratados con demasiada benevolencia.
Desconozco en qué términos funcionan los estereotipos masculinos y femeninos en el baile hablado original que se recuperó, pero supongo que no destilaba la mala leche que tienen que sufrir a las ‘damas’ en manos de los ‘viejos’.
Con respecto a las actrices, hay de todo –si en la Perla 29 los pasa, aquí no seremos menos– pero son de destacar especialmente las de las dos suegras.
Porque, efectivamente, hay más de una de suegra gracias a la incorporación, especialmente celebrada por el público, de la actriz Isabel Sans, de 95 años y que es una residente de Mercè. Les entradas, en sillas de ruedas, son una delicia.
En poco rato ya se puede comprobar que Sogra i Nora no es uno Dames i Vells invertido (por el género, quiero decir). Les referencias a la actualidad son pocas –nada más se habla de la suciedad de Tarragona o de la ruina de casa el Arcediano–, porque no deja de ser una historia más cerrada y, en definitiva, lo que se busca es defender la liberación femenina.
En este caso la suegra es la que se libera y lo manda todo y a todos a hacer puñetas, lo cual ya les está bien en el resto de protagonistas... Porque les deja la comida hecha. Una moralidad tan divertida como tristemente real.