Diari Més

Entrevista

Esmeralda Valderrama: «Estoy harta de hablar de arte inclusivo. Crea una condescendencia ante la obra»

Bailarina, psicóloga y directora de la compañía Danza Mobile y de un taller ocupacional de danza que trabaja con personas con discapacidad intelectual

Valderrama hace más de 30 años que trabaja en el sector.Gerard Marti Roig

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Desde 1995 lidera espacios de danza con bailarines con discapacidad intelectual. ¿Cuáles han sido los principales retos?

«Hemos tenido que cambiar la mirada de las administraciones, de las mismas familias, de los artistas, que miraban con reticencia a los bailarines. Empezamos con un local muy pequeño en Sevilla y poco a poco hemos ido creciendo. Les personas con discapacidad intelectual tienen muy poca movilidad, su vida es muy pequeña. Ha sido duro».

Ha recibido muchos premios por su tarea social. ¿Cuál es su objetivo?

«Mi objetivo no es social, sino artístico. El arte es un gran transformador social, pero nuestras obras van más allá, no hablan de la discapacidad. El cambio ya se muestra cuando estos bailarines suben encima de un escenario y sean profesionales. Esta ya es la reivindicación. Cuerpos diferentes, aportan energías diferentes».

¿En qué sentido?

«En el hecho que enriquece el hecho escénico. Con estas personas, el hecho oral prima, ya que no tienen fluidez. Pero eso no significa que no tengan nada en la cabeza. Es muy importante darles las herramientas suficientes para que se puedan expresar».

Sus espectáculos se catalogan como ‘danza inclusiva’. ¿Está de acuerdo?

«No. Estoy harta de hablar de arte inclusivo porque crea una condescendencia ante la obra, al público antes de ver el espectáculo. Van Gogh era un enfermo mental, Beethoven era sordo. ¿Forman parte de arte inclusivo u outsiders? No, están en los grandes museos y en las mejores salas».

¿Cuándo se acabará con esta etiqueta?

«Ya. Se tiene que eliminar. Creo que la única distinción que se tendría que hacer es entre arte profesional o amateur. La crítica no se atreve a criticar un espectáculo que se denomina inclusivo. Tienen miedo, porque ya van con otra visión. Y eso tira al suelo todo el trabajo que hay detrás».

¿El sector de la danza sigue exigiendo un determinado patrón físico?

«Totalmente, sobre todo en la danza clásica. Una persona con discapacidad intelectual no puede entrar nunca en un conservatorio. Pero el único patrón físico que se tendría que exigir es que el bailarín tenga una resistencia suficiente para aguantar un espectáculo de una hora. Afortunadamente, la mentalidad en la danza contemporánea es otra».

Precisamente, usted dirigió durante dieciséis ediciones el festival Escena Mobile, especializado en danza hecha por bailarines con discapacidad física o intelectual. ¿Cómo fue la experiencia?

«Fue un festival pionero porque era el primero en estar integrado en la programación de un teatro. Actuaron compañías de toda Europa y cogió una gran resonancia internacional. Fue una gran experiencia».

¿Por qué se dejó de hacer?

«Porque las administraciones dejaron de dar apoyo e invertir. El público respondía muy bien, pero sin el apoyo de los órganos públicos era inviable».

En el festival actuaba Helliot Baeza, un bailarín de su compañía reconocido internacionalmente. ¿Qué lo hace especial?

«Lo empezamos a formar con nueve años. Es maravilloso y tiene un gran talento. Nos han dado muchos premios, pero lo más importante lo ganó él. Fue galardonado como mejor bailarín de todo el año. Eso fue un gran paso adelante».

¿Después de más de 30 años, seguirá al frente de la compañía?

«Sí. Me apasiona y me sigue llenando. La compañía funciona muy bien, tenemos espectáculos programados y es ya una familia. La danza es una forma de vida que te mantiene atento todo el rato. Haber podido dar esta forma de vida a los alumnos es lo que más valor tiene para mí. Hacer su vida mayor».

Jornada del Plan Estratégico de Cultura

Valderrama participó el pasado jueves en una jornada del Plan Estratégico de Cultura del Ayuntamiento. El acto trató sobre la accesibilidad a la cultura y contó también con las ponentes Sònia Gainza, Teresa González y Aurora Madariaga. El consistorio busca de esta forma mejorar la estrategia cultural de la ciudad.
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