Diari Més

Entrevista

Pep Blay: «Tengo la sensación que no habíamos acabado bien la historia con Carles»

El periodista tarraconense presenta ‘Cor trencat. Mort i vida de Carles Sabater’ (Ed. Folch & Folch) este jueves a las 19 h en la librería Adserà de Tarragona

El periodista y escritor tarraconense Pep Blay.Juan Miguel Morales

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Tu libro se ha colocado en el número 1 de los más vendidos en el apartado de No ficción, y ya estáis imprimiendo la segunda edición. ¿Te sorprende?

«Yo ya sabía que Carles Sabater era uno de los personajes públicos más queridos que ha habido en este país. 25 años después de su muerte, pensé que el libro serviría para ponerlo en el lugar que le corresponde, como músico y como actor. Y también para desvelar cómo era el personaje desde el punto de vista humano, cómo vivió y cómo murió. Era una asignatura pendiente, pienso que Carles quedó como El guapo que canta Boig per tu. He querido que la cortina del fenómeno fan no tapara el personaje tan interesante que fue, sobre todo desde el punto de vista cultural, era un actor con alma poética, que cantaba al amor y al desamor, porque los vivía. Y la reacción ha sido espectacular, casi como si se hubiera muerto anteayer. Pero lo que me ha sorprendido más han sido los sentimientos que ha generado el libro: gente que me explica que se les ha puesto la piel de gallina o que se han dado cuenta de cómo de importante había sido su música para ellos. Tengo la sensación que no habíamos acabado bien la historia con Carles».

¿Por qué justamente ahora, 25 años después?

«Había hecho un documental sobre Carles para el 33 con motivo de los 10 años de su muerte, pero desde el principio me quedé con ganas de más. El día del último concierto, en Vilafranca, yo tenía que cenar con él, pero aquella noche no acabé el trabajo en el diario Avui, y el director me dijo que no me fuera hasta que lo acabara. Así que le tuve que decir que no. Al día siguiente supe que se había muerto, y siempre me he preguntado dónde podríamos haber llegado si aquello no hubiera pasado. En aquella época yo era amigo de Reig y Gavaldà, porque éramos del grupo de Tarragona, de Quintana y los Sopa, de Adrià Puntí... Cuando eres periodista musical de medios catalanes, los entrevistas tantas veces que acabas teniendo mucha complicidad. Y a Carles lo tenía un poco pendiente, porque quien solía dar la cara, era Pep Sala. Pero estábamos a punto de romper aquellos límites. Con el documental, asenté las bases de lo que acabaría siendo este libro, pero entonces la herida todavía estaba abierta, no había serenidad para hablar de Carles, tenía la sensación de que todavía se escondían cosas. En aquel momento dimos un paso adelante, pero todavía no del todo. Hasta que, el año pasado, el editor, me propuso escribir un libro. Le comenté tres o cuatro temas, pero se notaba mucho que lo que me apetecía más era escribir sobre los últimos días de Carles. Yo quería escribir una biografía que me hiciera feliz como escritor y, lamentablemente, su muerte era un detonante literario fantástico».

¿Cómo encaraste este trabajo, siendo periodista?

«Mi intención no era escribir exclusivamente una biografía de periodismo e investigación. Quería el rigor informativo, pero que, a la vez, el lector lo pudiera leer como una novela, enganchado de principio a fin, sacar mi parte de escritor. Y, haciéndolo así, también hay mucha verdad, porque voy compartiendo con el lector mi investigación y mis emociones. No podía escribirlo como si no hubiera conocido nunca a Carles, porque lo conocí y también conozco muy bien a su entorno y, por lo tanto, había vínculos de amistad, y emoción».

¿En su entorno la herida ya está cerrada, ahora?

«La herida todavía está. Está menos abierta, pero no cerrada del todo. Cuando alguien muere tan joven, de una manera que cuesta de entender, buscamos razones y culpables. Todavía ahora, haciendo las entrevistas, ha habido personas que se me han echado a llorar... Pero lo que sí que he detectado es que, ahora, la tristeza ya gana por paliza a la rabia. En el documental todavía percibí rabia y aquella necesidad de buscar culpables. Ahora, la gente está mucho más serena».

Haces un esfuerzo por aclarar las causas de la muerte. ¿Es un capítulo que no acababa de estar cerrado?

«El capítulo de la autopsia que explico en el libro es tal cual lo viví. No podía publicar los datos, pero sí hacer una interpretación con un forense. El día que nos encontramos, él iba leyendo el documento y me iba explicando lo que se podía interpretar. A mí, como periodista musical que además conocía a Carles, me habían llegado una gran cantidad de versiones sobre la causa de su muerte, y muy relacionadas con las adiciones y la mala vida. Incluso me habían hablado de suicidio. Parecía que la gente no se pudiera creer que se había muerto por otros motivos. A mí, sinceramente, me daba igual la causa, pero lo que no quería era hacer el pardillo, apostar por la versión del entorno sin contrastarla, porque quizás había una parte de la vida de Carles que ellos no controlaban. Le gustaba la soledad, sobre todo los últimos años, y quizás tenía una doble vida. Y un libro como este, lo tenía que cerrar bien. Si hubiera descubierto que era un cocainómano, lo habría dicho, y punto. Decidí que me la tenía que jugar».

Y la autopsia habló... ¿Qué dijo?

Se veía clarísimamente que aquel cuerpo era más el de un atleta que el de un adicto, y apuntaba al hecho que la muerte fue por una cuestión de arritmias. Llegamos a la conclusión de que, si Carles quizás de vez en cuando tomaba alguna cosa, no estaba enganchado, y que lo que le rompió el corazón fue el estrés crónico. El forense me dijo: Di bien claro que el estrés mata. Lo que la gente no sabía es que los últimos meses Carles ya había sufrido desmayos como aquel. Había reventado su sistema circulatorio, y lo que tendría que haber hecho es parar. En aquella época hacía doble función en el teatro, de tarde y noche, y por la mañana trabajaba con Sau y preparaba un disco con Eduard Iniesta. El ritmo era bestial e iba cansadísimo».

Explicas que en aquella época estaba valorando dejar Sau. ¿Crees que habría dado el paso?

Desde el punto de vista artístico, estaba en un momento de cambio, pero no había tomado la decisión. Artísticamente, se le rompió el corazón, porque musicalmente se sentía un cantautor rockero, se encontraba más a gusto con las letras de Amb la lluna a l’esquena que con Vull quatre barres... Había aprendido a cantar como actor para los musicales, y podía cantar, bailar y afinar al mismo tiempo. Le gustaba Prince, pero escuchaba a Jacques Brel y se miraba sus conciertos para verlo declamar sobre el escenario. Le apasionaba Sondheim... Pero, a la vez, sentía respeto y admiración por Pep Sala y sus composiciones. Y en el escenario con Sau era muy feliz, porque necesitaba hacer feliz a todo el mundo, y también por una cuestión de autoestima: cuando hacía de músico sentía que la gente amaba a Carles Sabater. En el teatro, en cambio, amaban al personaje que él interpretaba. Además, Carles también pensaba que con Sau quizás tendrían una segunda juventud, como les había pasado a los Sopa con El far del sud, o a Els Pets con el Bon dia».

Las buenas críticas, sin embargo, las recibió en el teatro.

«Sí, allí era muy feliz, porque había hecho muy buenos amigos y, sobre todo, porque consiguió lo que no había conseguido con la música: unas críticas positivas. Con Sau, Carles tenía una espina pintiparadísima, siempre se había sentido maltratado por los críticos musicales, porque le habían metido mucha caña: que si era demasiado blando, que si tan guapo, que si las fans... Pero pienso que, escuchando el último disco, se ve muy claro que había evolucionado mucho como escritor y como poeta. Y, en el escenario, no había nadie que se moviera como él».

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