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Impulsan una plataforma de afectados por las inundaciones de la Part Baixa de Tarragona

Lustres denuncia que «es inhumano tener que aguantar inundaciones cada vez que llueve con intensidad»

Imatge d'arxiu d'un dels aiguats que va provocar inundacions al carrer Smith de la Part Baixa.

Impulsan una plataforma de afectados por las inundaciones de la Part Baixa de TarragonaCedida

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La Part Baixa es una de las zonas de la ciudad que más sufre cuando hay episodios de fuertes lluvias. Hace años que los vecinos reclaman una mejora del sistema de alcantarillado para evitar las inundaciones que se producen en el barrio cada vez que hay tormenta.

El pasado noviembre, Jorge Lustres, junto con Rafa Medina, hartos de esperar una solución por parte de las administraciones, crearon la plataforma Afectados por las inundaciones en los barrios marítimos para exigir que se tomen medidas que palíen esta problemática. «Es inhumano tener que aguantar inundaciones cada vez que llueve con intensidad», denuncia Lustres, quien inició la última semana una recogida de firmas para poder constituir la plataforma. «Agradecemos mucho la implicación que hemos visto de la gente estos días, todo el mundo está muy colaborativo», explica Lustres, que destaca que una empresa del barrio se ofreció a hacer gratuitamente los carteles que la plataforma ha colgado en las calles para darse a conocer.

«Además, muchos negocios de la zona nos han permitido dejar en su local uno de nuestros dosieres, donde los interesados pueden dejar su firma», afirma el impulsor de Afectados por las inundaciones en los barrios marítimos. Es el caso de Can Domènech o el Restaurante Smith, entre otros.

De momento, ya han conseguido unas 600 firmas: «Queremos esperar un poco más para que todos los vecinos sepan que existe esta iniciativa y se anime más gente a aportar su grano de arena». «La idea es que, en aproximadamente diez días, vamos al registro para constituir la plataforma», indica Lustres. El siguiente paso será salir a la calle para manifestarse: «Nos tenemos que movilizar para que nos hagan caso». La Asociación de Vecinos del barrio del Port, que hace décadas que libra esta batalla contra las inundaciones, ha mostrado su apoyo a la iniciativa.

Un punto problemático

«Es un problema muy grande y no han puesto solución, el nivel de crispación entre el vecindario es muy alta», confiesa Lustres, quien remarca que «cada vez son más habituales los episodios de lluvias torrenciales». Uno de los puntos más problemáticos se encuentra en el cruce entre la calle Smith y la calle Castaños, donde se acumula la gran parte del agua: «El colector tiene un diámetro de 40 centímetros, que es totalmente irrisorio. Según los técnicos de EMATSA, tendría que tener un tamaño de cuatro metros por dos, como mínimo».

Durante el mes de noviembre, algunos de los vecinos afectados por las inundaciones se reunieron con el Ayuntamiento. «Este último domingo fue la primera vez que nos han contactado desde aquel día, nos han avisado de que vendrían unos técnicos a hacer inspecciones para valorar la zona», explica Lustres, que pide más responsabilidad e implicación por parte del Consistorio. La asociación de vecinos del barrio también hizo llegar este problema al Síndic de Greuges, quien emitió una resolución en el 2019 que aseguraba que era necesaria una actuación en el sistema de alcantarillado. «Ha quedado en papel mojado», critica el impulsor de la plataforma.

Una de las últimas medidas para ayudar a evitar los problemas históricos de inundabilidadha sido la remodelación de la estación de bombeo de saneamiento de la calle Barcelona. Lustres reconoce, sin embargo, que «sólo se ha reducido un 5%». Los vecinos también han adoptado medidas de autoprotección como colocar barreras en los portales de los edificios.

El temporal de Santa Tecla afectó a 28 comunidades de vecinos, que «sufrieron consecuencias económicas y también emocionales». Los garajes se inundaron y muchos coches quedaron afectados: «En muchos casos, la aseguradora paga una miseria». Además, las lluvias dejan algunos edificios sin ascensor y «hace que las personas con movilidad reducida no puedan bajar a la calle hasta que lo arreglan». «Vivimos con un constante nerviosismo, mirando al cielo por si se acercan nubes», lamenta Lustres.

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