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Urbanismo

Los comerciantes de la calle Canyelles de Tarragona temen perder la campaña de verano

Se quejan de que las obras de remodelación han empezado demasiado tarde y que si siguen a este ritmo les traerán pérdidas

Els treballadors ja duen a terme les seves tasques entre la Rambla Nova i la Plaça Corsini.

Los comerciantes de la calle Canyelles de Tarragona temen perder la campaña de veranoGerard Martí

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Los comerciantes de la calle Canyelles han visto el inicio de las obras en esta arteria de la ciudad, que conecta la plaza Corsini con la Rambla Nova, con una mezcla de sensaciones. Si bien se trataba de una acción muy reivindicada, porque convierte toda la calle en un espacio de peatones y supone el primer paso de la supermanzana en torno a la plaza del Mercat, creen que el retraso en el comienzo de los trabajos implicará ahora más inconvenientes para su actividad comercial y les traerá pérdidas económicas, sobre todo de cara a la campaña de ventas de verano. Una vez el Ayuntamiento arrancó los árboles de la calle, que no se conservarán en el nuevo ajardinamiento y se ha cortado al tráfico toda la calzada, esta semana se han instalado vallas que separan las aceras de la zona central, donde se ha empezado a trabajar. Los peatones se desplazan entre la Rambla y Corsini, los dos puntos igualmente accesibles, por los dos lados de la calle, siguiendo unos caminos más estrechos de los que disponían hasta ahora.

Esta situación no ha gustado nada a Jordi Gombau, presidente de la Asociación de Comerciantes de la calle Canyelles, que ha indicado que «las obras siempre nos afectan. Ahora vemos que hacía falta más anchura para el paso de las aceras, que han quedado de una manera que no permiten que la gente circule y, según cómo, se pueda detener a mirar los escaparates». Gombau es propietario de una tienda de bolsos y artículos de piel que lleva el mismo nombre.

Plazo

El presidente de los comerciantes añade que «a nosotros ya nos iba bien el plazo de cuatro meses para hacer las obras que nos dijeron, pero al fin y al cabo, eran cuatro meses cuando empezaban a contar después de Reyes. Todavía era asumible. Ahora estamos a finales de abril y nos encontramos con que las obras coinciden de lleno con las ventas del verano. Tenemos la campaña entera afectada».

A pesar de estas circunstancias, Gombau mantiene el optimismo, porque «esta calle necesitaba un arreglo ya hace tiempo. Todos ganaremos, si hay un núcleo comercial más potente en el centro de la ciudad. Yo espero que cuando se acaben los problemas que tenemos, este sea un paseo mejor de lo que era». Gombau recuerda, sin embargo, que como la calle se convertirá, exclusivamente, en zona de peatones, «habrá que pensar en toda la gente que se desplaza hasta aquí en coche, y eso implica que harán falta, en los alrededores, más plazas de parking», según el criterio del presidente de la Asociación de Comerciantes.

Otro de los profesionales de la zona, Josep Maria Marsal, de Calzados Núria, ve el inconveniente principal de las obras «en el paso de peatones que han dejado. Es muy estrecho, de manera que la gente tiene que pasar en hilera. Dificulta que la gente se pueda detener a mirar qué hay en cada tienda y pueda hacer la compra con normalidad». Marsal también se queja de la interpretación de los plazos que hace el Ayuntamiento, «porque no es lo mismo cuatro meses a finales de enero quecuatro meses después de Semana Santa». «Seguro que después todo quedará genial», añade, «pero ahora tenemos que sufrir las obras y aquí sólo vemos a dos personas trabajando», concluye.

Núria Alegret, de la tienda de artículos por bellas artes Vicenç Piera, también ve inconvenientes en cómo han quedado provisionalmente las aceras, «porque la gente pasa, no nos ve y al final no entra nadie». Esta falta de espacio también tiene consecuencias de otros tipos, porque las papeleras de la calle han quedado al otro lado de la valla, en la zona donde se hacen las obras. Alegret, acompañada de Judith Teruel, que también gestiona la tienda, explica que «cuando llueve, que la gente pase por aquí con paraguas es casi imposible», según dice.

Ambas también ponen en primer término los problemas de abastecimiento de los comercios, ya que les ha quedado muy poco espacio para que entren los cantos rodados con las mercancías, y les han indicado un día y una hora fijos para que saquen los cartones de los embalajes en la esquina con la Rambla Nova, con el peligro de que, si la recogida se retrasa, se haga allí una montaña de basura. Tampoco ven bien que las vallas, a ambos lados de la calle, se hayan recubierto con lona, porque «ahora son opacas, y no dejan ver a los paseantes las tiendas que tienen al otro lado», han dicho.

Otro hecho que les parece desafortunado es una circular que distribuyó la empresa adjudicataria, Sorigué, donde se explica a vecinos y comerciantes las diversas afectaciones derivadas de las obras y donde se pide que «en la medida de loposible eviten el uso de la calle, pudiendo utilizar tanto la calle Colom como la calle Fortuny», comentario que no ha gustado nada a los comerciantes. El importe total de los trabajos es de 424.849,60 euros, y recibirá la aportación de fondo Next Generation.

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