Diari Més
Paco Zapater Esteban

Abogado y autor del libro 'Medio siglo de abogacía penal' (Ed. Sepín)

«El ejercicio de la abogacía es un vaciado físico y mental constante»

El abogado penalista ha escrito un manual donde desgrana su experiencia en el ejercicio de la profesión durante más de cincuenta años

Paco Zapater Esteban en su despacho, en Tarragona.

«El ejercicio de la abogacía es un vaciado físico y mental constante»Olívia Molet

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—Este libro condensa toda su experiencia. ¿A quién se dirige?

—Es un libro para abogados, hecho por un abogado. Quería dejar constancia escrita de mis experiencias para que puedan servir a los compañeros que vendrán.

—Una de las primeras afirmaciones que encontramos en su libro es que los abogados suelen ser vistos o bien como héroes o bien como malvados.

—Sin duda. Una de las cosas que más aprecio de mi profesión es la cantidad de amigos que he hecho. Los procesos duran mucho de tiempo y para la persona que los vive es su historia, su vida. Además, son situaciones de extrema crisis. En estas circunstancias es fácil llegar a establecer lazos con el cliente. Después, los juicios son como el fútbol, se puede ganar, perder o empatar. Si pierdes, el cliente lo puede percibir como un mal trabajo, te puede atribuir una mala actuación profesional, hecho que es comprensible.

—Rara es la semana que el abogado no tenga un disgusto, afirma.

—Ciertamente. Esta profesión requiere mucha fortaleza. Y también mucha fuerza. Pienso que cada caso es como un carro, que tengo que hacer pasar por un arroyo. Yo lo estiro, pero la parte contraria estira hacia atrás, el fiscal estira hacia la derecha, el cliente hacia la izquierda... Y tienes que vencer todas estas resistencias. Cuando por fin lo consigues, miras atrás y ves que hay una cola de carros más esperando a que los ayudes a pasar el río. La abogacía es un vaciado físico y mental constante.

—También explica que un abogado pasa muchas horas haciendo de psicólogo.

—Sí. En este despacho he aprendido mucha psicología. Los abogados no somos profesionales que nos distinguimos por nuestros conocimientos jurídicos, sino por nuestra habilidad para la táctica, la técnica y la estrategia. Usted vendrá aquí con un problema y yo tendré que mirar como lo puedo resolver. Siempre en los márgenes de la ley, claro.

—Otras habilidades fundamentales, detalla, son la intuición y la capacidad de improvisar.

—Exacto. Eso se dice leer los partidos. Los grandes jugadores, como Messi, evalúan la situación, y si piensan que Jordi Alba avanzará por la izquierda, chutan la pelota en aquella dirección. El abogado también tiene que intuir qué oposición hará la parte contraria, qué dirá el testigo... Después, lógicamente, un juicio es como tirarse desde un avión: una vez has saltado, no puedes dar marcha atrás, tienes que usar los elementos que te da la atmósfera y la física para aterrizar bien y no caer a plomo.

—¿Qué cree que les preocupa más, a los abogados, a la hora de afrontar un juicio?

—Hacer el ridículo. Quedarse en blanco, decir alguna palabra que no sea correcta, provocar la risa o mostrar las miserias dialécticas. El cine y la literatura han creado personajes míticos de la abogacía, pero la realidad no es esta. Un porcentaje elevadísimo de abogados no tenemos un discurso brillante, hablamos de la misma manera que hablamos cotidianamente. No tenemos varitas ni bolas mágicas, sólo nuestro esfuerzo, el sentido común y nuestro norte o Faro de Alejandría: el cliente.

—Dedica un capítulo a la incidencia del procéscatalán en el derecho penal. ¿Qué repercusiones cree que tendrá?

—El proceso del procésha aportado varios elementos de innovación. En primer lugar, la fiscalidad de las finanzas. Tenemos un tribunal que cobra impuestos. No lo había visto nunca. Después, dejar que los procesados se sienten al lado de los abogados para intercambiar opiniones sobre la marcha. Eso se estaba haciendo en algunos tribunales, sobre todo en Cataluña. Pero, sobre todo, el elemento de mayor innovación fue la retransmisión por televisión. Eso ha sido un elemento de gran innovación en el derecho procesal español, y lo pongo en comparación con otro juicio que he llevado en paralelo en Alemania, en la que no dejaban ni siquiera entrar los teléfonos móviles.

—El juicio alemán al cual hace referencia es el que cierra el libro. Allí explica los detalles del juicio por los hechos del Love Parade de 2010, en los que murió su hija Clara, y que se ha resuelto este 2020 sin dictar sentencia. ¿Cuáles son los pasos siguientes?

—La vía penal se ha agotado sin que haya sentencia de culpabilidad ni inocencia, hecho que a nosotros nos produce una gran desilusión y una profunda frustración. Se dice que los alemanes son la locomotora, y hemos visto todo lo contrario. Aquí se han hecho juicios como el del Madrid Arena, donde hay condenados y sentenciados, aunque se llegó dos años más tarde que el Love Parade. Ahora estoy preparando el recurso para presentarlo el mes de enero en elTribunal Europeo de los Derechos Humanos de Estrasburgo. Pero allí sólo prosperan uno de cada cien. Sé que es muy difícil, pero me lo pide el corazón. A mí, a mi mujer y a mi hijo. Por lo tanto, lo haremos, y que cada uno asuma su responsabilidad. Nuestra responsabilidad es con Clara.

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