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Las familias de Campclar reubicadas recuperan su 'nueva normalidad'

Un incendio al cuadro de contadores los dejó sin electricidad y el Camping Trillas les acogió hasta hace una semana

Sheila Trabalón, a la dreta, i Alexander Cornejo amb la seva àvia, a l'esquerra, ja al seu edifici.

Las familias de Campclar reubicadas recuperan su 'nueva normalidad'Gerard Martí

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Las 17 familias de Campclar que se quedaron sin suministro eléctrico ya han retornado a sus domicilios. Un incendio y la posterior avería al cuadro de contadores, el pasado 2 de abril, los dejó sin luz en todo el edificio, y no fue hasta al cabo de dos semanas que no se encontró un lugar dónde ser realojados.

«Hay gente que lo ha pasado muy mal», lamenta Sheila Trabalón, una de las vecinas afectadas. Ella vive con sus dos hijos, Jose, de 10 años, y Tani, de 12. Trabalón explica que ellos pudieron instalarse en casa de un familiar durante los 15 días que estuvieron sin luz y sin un lugar donde poder vivir dignamente.

«Muchas familias tuvimos la suerte de poder ir a casa de familiares, algunos aunque sea a ducharse y a comer, pero otros no pudieron, y tuvieron que estar 15 días comiendo bocadillos de atún y jamón dulce, para que me entiendas», relata Trabalón. Explica también que muchas familias han tenido que hacerse la comida y calentarse cazuelas de agua en campings gas para poder lavarse porque, además, desde principios de diciembre viven también sin suministro de gas por una manipulación negligente de una caldera.

Una de las opciones que la Agencia Catalana de la Vivienda ofreció a las familias para alojarse fue Salou, pero su alcalde, Pere Granados, salió al paso negándose a acoger en ninguna de las familias. «Nos sentimos muy mal», señala Trabalón, que se pregunta si la decisión de Granados estaba relacionada con qué fueran de Campclar. ¿«Lo que no entendemos es que, si no nos quería acoger por el coronavirus, porque no nos hacía una prueba? Podría haber buscado una solución, al menos, ya que pareció una decisión racista», relata a la vecina del barrio tarraconense.

El hecho de estar en pleno confinamiento «era un problema añadido», asegura Trabalón, tanto para encontrar alojamiento como por la reparación de la avería, que no empezó hasta el 14 de abril y duró, cerca de 3 semanas. El día 17 de abril, finalmente, las familias fueron realojadas en bungalows del Camping Trillas de Tamarit. «Estamos mucho agradecidos a Roger Trillas, propietario del camping, para ofrecernos un espacio donde poder vivir,» sostiene Trabalón.

Explica que, a pesar de estar en el camping, siguieron confinados, y tenían un pequeño terreno al lado de la caseta donde podían tenderla ropa y hacer barbacoas. Con respecto a los niños, Trabalón apunta que para ellos «ha sido una experiencia nueva» y que «lo han sabido llevar, dentro de lo que cabe.»

Alexander Cornejo también es vecino del edificio que se quedó sin suministro eléctrico. Afortunadamente ya vuelve a estar en su domicilio, donde vive con su abuela Dolores Cornejo, de 61 años. Explica que ante la situación de tener que vivir sin luz, decidieron viajar hasta Murcia, donde pasaron una semana y media en casa de la madre del joven de 19 años.

Cornejo asegura que, «en parte, viajar a Murcia estuvo bien porque también pude ver a mi hermana, pero estábamos asustados por el coronavirus, además de lo que supone tener que marcharse de tu casa porque no tienes electricidad». «Hemos pasado la cuarentena en tres lugares diferentes», añade el joven, ya que una vez conocieron que podían ir al camping tuvieron que pasar todavía una noche en Campclar.

Cornejo relata cómo vivió el día del incendio en los contadores. «Empezamos a sentir pequeñas explosiones, como si fueran petardos de Sant Joan, y al abrir la puerta no podíamos ni ver una planta que tenemos en el rellano del humo negro que había», recuerda. «Eran las 20 horas, dije a la abuela que se vistiera y bajamos a la calle, y entonces llamé a la policía y a los bomberos», explica Cornejo, que asegura que «nos asustamos muchísimo».

El joven reconoce también que, al conocer la negativa de Salou para realojarlos mientras no es solucionara el tema del suministro eléctrico, «nos sentimos como si no fuéramos personas, como si fuéramos animales». Al contrario, cuando supieron que podían ir al Camping Trillas. «Nos pusimos muy contentos», reconoce Cornejo. El joven asegura que «no tenemos ninguna queja y me gustaría agradecer el trato que nos ofrecieron Elias y el Manolo, dos trabajadores de mantenimiento. Estuvieron alojados cerca de tres semanas.

El vecino del barrio de Ponent de Tarragona señala finalmente que «en casa estamos bien», aunque dice que todavía se siente olor a quemado cuando salen a la escalera y están los restos del incendio incrustados en las paredes, que están completamente negras.

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