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Oliver Bueno: «En contra de lo que se piensa, el jugador de rol es un animal social»

El historiador regenta desde hace cinco años la tienda de juegos Drakkar que acoge partidas entre los aficionados de los juegos de mesa, rol y miniaturas

Dos chicos juegan una partida de un juego de mesa, ayer, en Drakkar.

Oliver Bueno: «En contra de lo que se piensa, el jugador de rol es un animal social»Gerard Martí

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Con la llegada de la crisis económica, el historiador Oliver Bueno encontró trabajo entre libros. Pero a este barcelonés de 34 años, que encadenaba trabajos en diferentes librerías, lo que en realidad lo apasionaba eran los juegos de rol, miniaturas y de mesa. «Siempre he sido unfreak», comenta sonriendo. Cinco años después de abrir la tienda de juegos Drakkar a Tarragona, a Bueno y a su mujer el negocio les funciona. Han abandonado su antiguo local y, desde hace una semana, reciben a los «roleros» y al resto de aficionados a los juegos de mesa desde su nuevo local, más amplio que el anterior.

Hasta el número 20 de la calle Bastos, se acercan cada semana una cincuentena de clientes fijos que participan en las partidas que Bueno organiza. Para jugar al templo del rol tarraconense no es necesario pagar ninguna cuota. Hay que ser, eso sí, cliente del establecimiento. Adolescentes y jóvenes, pero también padres de familia forman parte de la clientela del Drakkar. «Al abrir la tienda pensábamos en gente joven, pero la media de edad es de unos 30 años», comenta.

Bueno desmonta con rapidez un par de tópicos y conceptos erróneos sobre el mundo de los juegos. «El rol es una afición minoritaria dentro de la afición de los juegos», explica. La mayoría de aficionados a los juegos se inclinan por los juegos de mesa y, en segundo término, por los juegos de miniaturas. «El rol es un ejercicio de imaginación, te tiene que gustar leer y la temática de lo que trata el juego», sigue.

Segunda falacia: no existe un perfil concreto de jugador y, este, no se ajusta a la imagen estereotipada de gran parte de la población que enmarca a los aficionados en personas introvertidas y poco sociables. «En contra de lo que se piensa, el jugador de juego de mesa, de rol y de miniaturas es un animal social. Hay gente cerrada, como en todas las aficiones, pero no es lo más habitual», afirma. Por las mesas de juego del Drakkar desfilan mossos d'esquadra, guardias civiles, ingenieros, periodistas, historiadores y, sobre todo muchos profesores. «El jugador de rol no es alguien que no te mire a la cara cuando te habla. Seguramente tendrá mil temas de conversación más que alguien que, quizás, sólo le gusta el fútbol», insiste. Después de desmantelar algún tópico, Bueno admite que el mundo del juego todavía es un ámbito muy masculino. «Quizás hablamos de un 70% de hombres y un 30% de mujeres, pero eso también está cambiando poco a poco», asegura. La afición a los juegos comportan, dice, grandes beneficios para la mente. «Genera curiosidad, estrategia y pensamiento lateral, encontrar una manera de solucionar un problema que, en principio, no resulta obvia», comenta. Actualmente, Drakkar es la única tienda de juegos de rol de Tarragona, según explica el mismo propietario. En el pasado, siempre ha habido «movimiento» en la ciudad, pero en los últimos años los tres locales que seguían activos han ido cerrando. Ayer, una decena de personas pasaban la tarde compitiendo en parejas en diferentes juegos. La tienda tiene un piso superior con una amplia habitación para exprimir al máximo la pasión por esta afición.

Han pasado 20 años desde que en Bueno le cayera en las manos el primer juego de mesa en Vinaròs, donde pasó la adolescencia. Ahora, este historiador consolida entre juegos y miniaturas, su sueño ganándose la vida gracias a su devoción.

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