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La Mercè registra 29 agresiones de menores a educadores en el 2018

La UGT denuncia falta de recursos y la «masificación» del centro y la DGAIA apunta a un descenso de los ataques gracias al protocolo firmado en el 2017

El Centre d'Acollida Mare de Déu de la Mercè, en una imagen de archivo.

La Mercè registra 29 agresiones de menores a educadores en el 2018Gerard Martí

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El Centre d’Acollida Mare Déu de la Mercè de Tarragonaregistró el año pasado 29 agresiones por parte de los chicos y chicas que viven en el centro de menores. La mayoría de los ataques los sufrieron los educadores que trabajan. Aunque la cifra ha disminuido con respecto al 2017, cuando hubo 47 ataques, la UGT denuncia falta de recursos y la «masificación» del centro. La Dirección General de Atención a la Infancia (DGAIA), responsable de los menores, apunta a un descenso de los ataques gracias al protocolo de prevención vigente desde 2017.

Cuando se produce una agresión, se abre una incidencia y al educador agredido se le hace una entrevista para conocer los hechos. Si el caso es grave, puede derivar en una denuncia donde interviene la Fiscalía de Menores. En los casos extremos, el menor puede ingresar en un centro de justicia juvenil. A pesar de la caída de agresiones en la Mercè, los educadores están inquietos. «Es preocupante, no tendría que haber ninguna», explica Sergio Grao, delegado de UGT y trabajador de la Mercè. La mayoría de los ataques consisten en agresiones físicas, verbales y destrozos del mobiliario. En alguna ocasión ha habido alguna baja de algún trabajador. En una ocasión, un vigilante de seguridad se dislocó un hombro después de una agresión.

La DGAIA defiende una bajada de agresiones desde que en el 2017 se firmara un protocolo de prevención de casos de violencia en los centros. «Tenemos la percepción que se habla mucho más de estos casos pero las agresiones bajan», asegura la directora de la DGAIA, Ester Sara Cabanes, quien asegura que los centros tienen «tolerancia cero» con la violencia. «Cada vez se aportan cosas nuevas que provocan mejoras en cada situación que se genera», explica Cabanes, responsable de un organismo que tutela a unos 10.000 menores.

Los educadores se forman en «contención emocional» y en «aprovechar la palabra» para evitar ataques y para afrontar varias situaciones. Los profesionales también reciben formación física para gestionar las agresiones, sobre todo en los Centros de Residencials de Educación Intensiva (CREI), donde residen menores expulsados de los centros por haber tenido actitudes violentas.

Grao denuncia que el centro, donde conviven 47 chicos, está sobre ocupado y que hacen falta recursos, como herramientas de alfabetización. «Somos un colectivo dejados de la mano de dios», asegura. «Se llenan la boca en decir que pondrán más dinero pero no pueden hacer nada», se queja. Además, la entidad Intress dispone de algunas decenas de plazas de chicos más que conviven en el mismo recinto. Cabanes mantiene que los centros de acogida están preparados para «asumir» más plazas que las que tienen y que la apertura de nuevos centros permite canalizar y compensar los centros más llenos. Según Grao, muchos chicos llevan viviendo en el centro dos años cuando la media de la permanencia en un centro como el de la Mercè es de seis meses.

La Mercè es uno de los 15 centros de toda Cataluña gestionados directamente por DGAIA. Los otros centros, la mayoría, están bajo el paraguas de entidades privadas, que acogen a la mayoría de menores tutelados, un colectivo que ha experimentado un gran crecimiento en los últimos años a causa de la llegada masiva de los menores extranjeros no acompañados (MENA) que provienen, generalmente, de Marruecos, y que representan el 30% (unos 3.000) de los menores tutelados. El 30% restante son chicos que viven una situación de desamparo o de conflicto familiar en casa y el 30% restante viven con familias extensas.

Presiones a los educadores

UGT denuncia presiones por parte de algunas entidades privadas para que el educador no denuncie las agresiones. «No es cierto, cuando hay una agresión siempre hay una actuación de mossos que informan a la DGAIA, no al centro», afirma Cabanes que reconoce que en los centros propios no se compatibilizan agresiones verbales como insultos. «En un centro concertado, estas situaciones las tratan internamente. No somos responsables de sus educadores», señala la responsable del organismo.

Para Grao, la gran diferencia de edad entre los chicos es un problema. «Ven cosas que no tendrían que ver», dice. Cabanes expone que el entorno de los centros tiene que ser como el de una familia y defensa el modelo actual que evita, como pasaba en el pasado, que a un niño que había ingresado con 6 años lo pudiera cambiar de centro con 14 cuando ya estaba plenamente adaptado. Para Cabanes, las situaciones de agresiones verbales también se producen en cualquier hogar y, como pasa en muchos entornos familiares, hay chicos en los centros que en ocasiones no aceptan las normas.

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