Diari Més

Sociedad

Los entierros de beneficencia se duplican en cuatro años en la ciudad de Tarragona

El cementerio ha enterrado este año a 32 personas sin recursos o familiares con quien contactar respecto de los 14 de 2015

Publicado por

Creado:

Actualizado:

La muerte y, en consecuencia el entierro, comporta unos gastos que no todo el mundo puede asumir. Hay familias que no tienen recursos para afrontar el esfuerzo económico que supone un nicho y el dinero por mantenerlo cada año. Otras personas mueren solas, sin ningun familiar, amigo o conocido, que se haga cargo de su entierro. Los cementerios realizan cada año inhumaciones de beneficencia para estas personas.

Entre enero y el 22 de noviembre de 2018 el cementerio de Tarragona ha registrado 32 inhumaciones de este tipo, el doble que en el 2015, cuando hubo 14 difuntos. Es una cifra que ha ido creciendo en los últimos años. En el 2016 hubo 19 difuntos y en el 2017 fueron enterradas 25 personas. Los operarios del cementerio entierran sus cuerpos en los nichos más altos de los edificios del recinto, generalmente a las hileras sexta y séptima.

Algunas de estas personas son extranjeras. El cementerio no puede localizar a sus familiares y se hace un entierro de beneficencia. Las sepulturas permanecen en las hileras superiores durante cinco años. Una vez pasado este plazo de tiempo, si ningún familiar se hace cargo, los restos pasan a un osario general, sin poder localizarlas en el futuro. En la mayoría de entierros de este tipo, sin embargo, sí que hay familiares que asisten al entierro, pero no pueden pagarlo. Los gastos mínimos del nicho y su mantenimiento representan 1.200 euros. En estos casos la familia necesita un certificado que justifique que no tienen recursos y que facilitan los Servicios Sociales. En otros casos, como los entierros de personas que han vivido en la calle, el acto tiene lugar con la única compañía de los operarios del cementerio. En Tarragona, un grupo de personas celebran pequeñas reuniones desde el pasado febrero para recordar a las personas sin techo que mueren en la calle.

«Es un recordatorio para que estas personas no caigan en el anonimato», explica Jordi, uno de sus participantes. En estos encuentros, se recuerda el difunto con personas que lo han podido conocer en alguna ocasión. «Es una denuncia a esta situación en la cual vivimos. Se trata de una pobreza cronificada», explica.

Como cualquier empresa, en el cementerio de Tarragona hay impagos. Un 8% de las familias tienen algún tipo de retraso en los pagos para mantener los nichos. «Damos facilidad para que las familias puedan hacer frente a este mínimo gasto anual», señalan fuentes del cementerio. El pasado 24 de noviembre se celebró el Día Internacional de las personas sin hogar donde diferentes entidades hicieron un encendido de velas simbólico para recordar a la gente que ha muerto en la calle.

El Omar, voluntario de Cruz Roja, reparte cada domingo comida a personas sin llar. Este año ha visto |cómo dos de los usuarios de la entidad morían en la calle. «Eran jóvenes, en torno a los 40 años. Las adicciones a las drogas es una de las principales causas», explica. Desde la Fundación Bona Nit recuerdan casos como el de Carolina, una mujer que murió al cabo de unos meses de pasar por su albergue o el Aurel Bococi, un exluchador de artes marciales que murió a los 42 años en una nave industrial abandonada.

tracking