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Urbanismo y sociedad

Las barracas y asentamientos informales ocupan 15 hectáreas

El geógrafo Eduard Ferrer Torres identifica hasta tres áreas en la ciudad en un estudio: zona del Francolí, Entrevías y Ermita de la Salud

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En torno al Francolí, en Entrevías y en el área de la Ermita de la Salud, estas son las tres zonas donde se concentra el fenómeno del chabolismo en Tarragona o, dicho de otra manera, los asentamientos informales que, en la ciudad, ocupan un espacio de casi 155.000 metros cuadrados. Todo representa una superficie de 15,5 hectáreas, según el estudio de Eduard Ferrer Torres El fenómeno de los asentamientos informales en la Cataluña del siglo XXI. El caso de Tarragona, presentada a la Universidad Autónoma de Barcelona.

El estudio identifica no sólo la superficie ocupada, sino también el perfil sociodemográfico de la gente que vive allí. Así, según el estudio, una de las áreas más extensas con respecto a asentamientos informales se encuentra en la zona del Francolí donde hay 143.000 metros cuadrados entre estos tipos de viviendas, caminos de acceso no pavimentados y terrenos agropecuarios. Según el análisis hecho sobre el terreno, en esta zona, el uso más destacado de los terrenos es agrícola– gracias al suelo bastante fértil– y se cultivan tomates, habas, patatas, coliflores, cebolla, lechuga y algunos productos de Filipinas. Los mismos usuarios entrevistados afirman que la totalidad de estas actividades es para el autoconsumo y no comprenden actividades lucrativas. No obstante, algunos vecinos de la zona sospechan que algunos usuarios comercian en negro con sus plantaciones de menta verde (localizadas en los huertos del barrio de Riu Clar)», recoge el estudio que, aparte, ha identificado algunos asentamientos dedicados a la vivienda. Destaca, por otra parte, la falta de servicios básicos de la red urbana, ya que se trata de asentamientos no reglados: las actividades agropecuarias se realizan sobre suelo urbanizable delimitado destinado en zonas residenciales y en espacios libres-zonas verdes. La nacionalidad que más abunda en esta zona es la marroquí (jóvenes y adultos), aunque también hay personas mayores de nacionalidad española que toman la actividad agrícola como ocio. Este último grupo son los que tienen algún asentamiento destinado a la vivienda.

Los principales materiales de construcción utilizados –algo que es común a las otras dos zonas de barracas de la ciudad– son piezas de metal, plástico, madera, placas de uralita, desperdicios y algunas cañas para forjar vallas o techos. Los asentamientos en esta zona han proliferado en los últimos meses, sobre todo de los terrenos ubicados más en el sur.

Los asentamientos informales o barracas de Entrevies ocupan poco más de 600 metros de longitud a lo largo de dos líneas ferroviarias y dentro de un área de polígonos industriales. Hay una superficie de 9.940 metros cuadrados entre zonas de asentamientos, accesos no pavimentados y zonas de actividad agropecuaria. La totalidad de las plantaciones visitadas son para el autoconsumo. Sin embargo, la policía acostumbra a ir de vez en cuando, ya que hubo plantaciones de productos ilegales. En la parte central y este de la zona de Entrevistas y ha construcciones destinadas a viviendas», según el estudio, donde viven una decena de personas en situación de pobreza. Al fin y al cabo, en un suelo calificado de sistema ferroviario y de propiedad desconocida.

Según ha podido constatar el autor del estudio, la población que vive allí «tiene que convivir con un fuerte mal olor acompañado constantemente de ruido».

Finalmente, en la zona de la Ermita de la Salud, los asentamientos identificados se encuentran repartidos en dos áreas a ambos lados de la autovía del Mediterráneo (A-7). Es la zona donde las barracas ocupan un espacio poco significativo: 300 metros cuadrados de asentamientos informales, 1.420 de terreno agrícola y 195 metros cuadrados de accesos sin asfaltar. «En este territorio no se ha detectado que viva nadie», recoge el estudio que, finalmente, destaca el reto de arreglar estas zonas y sus usos.

«Son asentamientos con varias carencias arquitectónicas, urbanísticas y legales, que están proliferando, por lo que no es un fenómeno al cual volverle la espalda», concluye.

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