Cambian 280 farolas por los orines de los perros

Los efectos corrosivos que generan los orines de los perros ha obligado en el Ayuntamiento a hacer un gasto de más de 100.000 euros, por la necesidad de sustituir cerca de trescientas farolas, que presentan una importante degradación en la base. La actuación municipal, llevada a cabo por la concejalía de Espacios Públicos, habrá implicado, una vez haya finalizado, el cambio de 285 puntos de luces de las calles de la ciudad durante el primer trimestre de este año. La erosión que sufren las bases de la mayor parte de las farolas de la ciudad es resultado, en un grado muy elevado, del efecto de los componentes de los orines de los perros. Esta actuación forma parte del Plan de Mejora del Alumbrado, que consiste, también, en la sustitución de farolas que han quedado obsoletos y no cumplen con la normativa de contaminación lumínica.

Desde el Ayuntamiento, se ha informado a esta redacción que, en el marco de la ejecución del Plan de Mejora del Alumbrado «hemos ido cambiando gradualmente las farolas, primero para adecuarlos a una tecnología actualizada, en sustitución de una que ya estaba obsoleta, por farolas que consumen menos y son más respetuosas con el medio ambiente». Por otra parte, «en este primer trimestre de año, el gran grosor de farolas oxidadas se cambiarán por unos nuevos por motivos de seguridad». El estado de degradación de la base de las farolas hace que puedan caer al suelo, como ha sucedido en algunos casos. Aunque hay otros motivos, el efecto nocivo que generan los orines de los perros en los metales es el primer motivo de degradación.

La primera fase del proyecto comportó el cambio de 35 puntos de luz (34 columnas y 1 báculo) por un importe de 17.103,50 euros. La segunda fase, que se está ejecutando actualmente, tiene un coste de 89.029,21 euros y finalizará en el mes de febrero.

La problemática que comporta la presencia de perros a la calle preocupa en varios sectores ciudadanos. Recientemente, la Asociación de Vecinos de la Calle Maria Cristina y alrededores ha iniciado una campaña con el fin de concienciar a los ciudadanos y minimizar los efectos corrosivos de los orines de los animales. En este sentido, aconsejan llevar una botella de agua cuando sale a pasear el perro y soltar un chorro en el lugar donde este ha hecho sus necesidades. Esta campaña lleva por lema «No dejes hacer pipí en fachadas y mobiliario público».

Por su parte, a inicios de este mes de enero la Asociación de Vecinos de la calle Monestir de Poblet y alrededores reclamó acabar con la presencia de excrementos de perro en el barrio, concretamente en la plaza Sant Fructuós, ubicada delante de la iglesia con el mismo nombre. Allí, decenas de personas llevan sus animales a pasear y no recogen los excrementos. Además, el espacio cuenta con un parque infantil. No son los únicos casos de entidades que, en los últimos meses, han expresado su preocupación en esta materia, y la inversión que hace al Ayuntamiento para sustituir cerca de trescientas farolas ratifican que las mascotas también son origen de problemas en el ámbito urbano.