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Así es como debes limpiarte después de ir al baño, según la ciencia

Hay quienes prefieren el papel higiénico y unos pocos que mantienen el bidé

Imagen de archivo de un bidé.Pixabay

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Una de las imágenes más curiosas (y no por ello menos comprensibles) que nos trajo el anuncio del confinamiento en España fue la de muchas personas aprovisionándose de papel higiénico. El de las 'compras de pánico', y concretamente la del papel higiénico, es un un fenómeno que suscita un gran interés sociológico: algunas voces en este campo sugieren que es una respuesta ante el miedo de perder el control (en este caso, en el más escatológico de los sentidos).

Sin embargo, lo que quizás miles de personas en todo el mundo occidental no se han planteado es que el papel higiénico no es ni siquiera un modo particularmente higiénico (valga el juego de palabras) de acometer la limpieza íntima.

Por cierto, la coletilla sobre el mundo occidental no es casual: esta costumbre responde a un marcado particularismo europeo y norteamericano (y más específicamente de origen angloestadounidense).

Ciencia escatológica

Si pensamos en ello, resulta bastante lógico. El medio británico BBC lo ejemplifica de manera un tanto gráfica con el ejemplo de un pastel de chocolate que nos mancha la piel: parece bastante más eficaz limpiarlo con agua que sólo con papel.

Además (y sin olvidar que el papel representa un avance frente a otros métodos empleados en eras pretéritas, como las piedras de los antiguos griegos o las mazorcas de los colonos estadounidenses citadas por BBC), el papel es más abrasivo para la piel que el agua circulante, con lo que incrementa el riesgo de irritación. Si le sumamos la presencia de bacterias fecales, no es difícil ver por qué limpiarse con papel podría dar lugar a síntomas como hinchazón, picor o escozor.

Lo obvio de todo esto no quita que haya habido investigadores (no muchos, pero sí algunos) interesados en proveernos de evidencias científicas sobre el asunto, así que ahí van algunos datos. Un estudio publicado en el año 2022 en el medio especializado Journal of water health halló que las personas que usan agua para limpiarse tienen entre 10 y 11 veces menos microbios en las manos que quienes usan papel. Otro publicado en la revista académica Annals of the Royal College of Surgeons of England explica que una de las primeras medidas en el tratamiento del pruritus ani (prurito o picor anal) es sustituir el papel higiénico por el agua corriente. Y parece que el papel higiénico a menudo contiene los llamados 'químicos eternos tóxicos' (PFAs o sustancias per- y polifluoralquiladas), según se explica en el medio Environmental Science & Technology Letters.

Por cierto, además tenemos bastantes pruebas de que limpiarse con agua resulta bastante más sostenible desde el punto de vista ecológico: si reducimos el consumo de papel higiénico, también la producción (que tiene un gran impacto en los bosques boreales), los residuos y el vertido de PFAs a las aguas de deshechos.

Algunos riesgos de usar agua (y precauciones básicas)

Aún así, hay algunas cosas a tener en cuenta a la hora de usar agua para la limpieza tras la defecación. Por supuesto, sigue siendo adecuado lavarse las manos para evitar la contaminación con bacterias fecales; también, conviene tener cuidado con la temperatura del agua (que podría en casos extremos llegar a provocar quemaduras) o con la presión a la que sale (según el método que empleemos), especialmente cuando se padecen problemas como hemorroides, prolapso o fisuras. Y es necesario lavar el sistema (bidé, manguera, alcachofa...) que se emplee.

Quizás el mayor motivo de preocupación sea para las personas con vulva: existen algunos estudios (como el publicado en The Journal of Obstetrics and Gynaecology Research) que sugieren que dispositivos como los bidés pueden dañar la flora vaginal (el conjunto de microorganismos beneficiosos que viven en la vulva y la vagina). También, un estudio del año 2019 en la misma revista científica asoció las anormalidades microbiológicas relacionadas con el uso del bidé con algunos riesgos durante el embarazo, como una mayor probabilidad de parto pretérmino.

De todas formas, hay que aclarar que en todo caso estos riesgos son bajos (teniendo en cuenta que una gran parte de la población en zonas del mundo como Asia o África usa agua para el lavado). Aunque es una cuestión poco estudiada científicamente, es probable que estos problemas se puedan mitigar con algunas protecciones básicas (como emplear un flujo de agua que vaya desde delante hacia atrás, en el mismo sentido en el que se debe usar el papel higiénico si optamos por él) y que también existen estudios que han asociado condiciones de salud como irritación vulvar al uso de papel higiénico (por ejemplo, en la revista Canadian Family Physician).

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