Un abrazo de despedida en compás de tango
De Tarragona a Granada: Cristina Pérez cierra una etapa llena de milongas en la ciudad

Cristina Pérez, durante la milonga de despedida, rodeada de amigos y milongueros habituales.
El pasado domingo, El Duende del Tango bailó su última milonga en Tarragona. Cristina Pérez, referente muy querida de la comunidad tanguera local, se despedía tras casi ocho años organizando encuentros semanales. Con su sello personal, su estilo acogedor y un amor contagioso por el tango, Cristina ha sido mucho más que una organizadora: ha sido anfitriona, amiga y un pilar de cohesión para un colectivo pequeño, pero apasionado.
Nacida en Granada, Cristina llegó a Tarragona hace 33 años por un trabajo temporal en PortAventura. Su intención era quedarse poco tiempo, pero la vida fue echando raíces. Primero vino sola, luego llegaron sus hijas y, entre una cosa y otra, Tarragona acabó siendo su casa. Curiosamente, descubrió el tango aquí, hace casi doce años, por casualidad, tras una conversación en un tren. Fue amor a primera milonga, en el Highland de Tarragona, y desde entonces no ha dejado de bailar, formarse e implicarse a fondo.
Su primera milonga como organizadora la montó el 1 de octubre de 2017, el mismo día del referéndum catalán. La impulsó junto a una amiga en un local del Puerto Deportivo. «Pensaba que no vendría nadie, pero se llenó», recuerda. Así comenzó una trayectoria sostenida durante años, en la que casi nunca faltaba a la cita. Con una constancia ejemplar y un sentido del compromiso muy interiorizado, Cristina nunca cerraba por irse de viaje o porque no le apetecía. «Si la gente sabe que los jueves hay milonga, yo no les puedo fallar», afirma.

Milongueros i milongueras el domingo, en el evento celebrado para despedir a Cristina Pérez.
Su estilo como anfitriona no es impostado. Tras años trabajando en el sector inmobiliario, tiene el trato con la gente muy por la mano. «Cuando la gente entra a tu milonga, es como si entrara en tu casa. Deben sentirse cómodos, bien tratados y bienvenidos». Así lo hacía, también con detalles como ofrecer una tapa con la bebida, al estilo granadino.
Su vínculo con el público creció hasta convertir a los bailarines habituales en una pequeña familia. «No con todos tienes contacto diario, pero muchos se han convertido en verdaderos amigos», explica. Ese calor humano ha sido el gran motor que la ha sostenido durante años, con el esfuerzo que supone organizar cada semana un espacio para compartir, bailar y reencontrarse. «Para mí ha valido mucho la pena, porque los milongueros me han cuidado, me han querido y me han dado todo el apoyo posible durante todos estos años».

Cristina Pérez este domingo en Tarragona durante la milonga de despedida.
Una despedida con el corazón partido y un nuevo horizonte en Granada
Con los años, sin embargo, también han cambiado las dinámicas. Cristina lamenta que, desde hace un tiempo, algunos festivales o eventos han dejado de tener en cuenta las fechas de las milongas ya consolidadas, generando solapamientos y malestar. Y tras la pandemia del Covid-19, parte del público habitual también se dispersó. Todo ello fue mermando las ganas de seguir. Pero el momento definitivo ha sido su jubilación. Ahora, con las hijas ya mayores e independientes, ha decidido volver a su tierra, Granada.
«Solo cambio de sitio, no dejo el tango», dice convencida. Ya tiene en marcha un nuevo proyecto: Sol de Invierno – International Tango Meeting, un festival que se celebrará en Salobreña, Granada, del 31 de diciembre de este año al 4 de enero del próximo.
Cristina cierra una etapa llena de milongas, vínculos y compromiso, pero no pasa página del todo. Se lleva todo lo vivido y, con la misma pasión de siempre, mira hacia adelante. En su tierra la esperan nuevos proyectos, nuevos abrazos y la música del tango, que seguirá marcándole el paso, como lo ha hecho en Tarragona.