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Soleá Morente

Cantante

La Contra Cultural

Soleá Morente: «La adrenalina que genera la seguidilla tiene analogías con el ritmo electrónico»

La cantante presenta este sábado en el Fortuny de Reus su nuevo trabajo, ‘Sirio B’, en el marco del Festival Accents

La artista Soleá Morente en una imagen promocional.

La artista Soleá Morente en una imagen promocional.Cedida

Cristina Serret
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Sirio B es el nombre de una estrella. ¿Qué relación tiene esta simbología estelar con el universo lírico y sonoro del disco?

«Cuando empezamos a trabajar en el disco con Guille Milkyway, a mi productor, lo hicimos de una manera muy intuitiva, un poco azarosa y sin pensar en un tema en concreto. Y empezó a surgir una especie de aura, como una cosa intangible, de fe. Entonces, cuando acabamos el disco, quisimos que tuviera el nombre de una estrella. Y Sirio B es el que tiene más potencia, aunque no se ve desde la Tierra. Además, alimenta Sirio A, y me pareció una historia muy romántica».

Has descrito este trabajo como un viaje intergaláctico. 

«Antes de dedicarme profesionalmente a la música, yo ya era muy fan de La Casa Azul, especialmente de la canción Yo también. Es una rumba muy de Los Amaya, pero con el sonido de La Casa Azul. Es decir, con una parte flamenca pero a la vez muy futurista, pop y electrónica. Me sentía muy identificada, y siempre pensaba que me gustaría hacer alguna cosa parecida. Aquel fue el punto de partida del disco, y de hecho yo pensaba que sería un disco más rumbero. Pero con Guille fuimos derivando a un lugar que no habíamos previsto, con cosas como el Drumb & Bass, el rave y toda la vertiente electrónica que tiene el disco».

¿Cómo trabajas la traducción del compás flamenco a un lenguaje electrónico?

«Pues mira, te puedo poner como ejemplo Soleá del mar, donde empiezo cantando una soleá y después entra un ritmo de seguidilla que está muy presente en el disco Omega de mi padre y que es muy reconocible. Yo cantaba y hacía ritmos, y Guille los iba interiorizando y diciéndome hacia dónde podíamos ir, con bases electrónicas y patrones rítmicos. Y ligaban perfectamente. Aquella adrenalina que genera la seguidilla, con la intensidad y la persistencia que te llevan hasta una especie de clímax, tiene muchas analogías con el manejo del ritmo electrónico de la rave. O sea que ha sido una cosa intuitiva y, a la vez, muy natural, nada forzada».

Habéis disfrutado mucho, con Guille, haciendo este disco. 

Sí, hemos estado casi tres años trabajando, aunque los dos lo hemos ido combinando con otras cosas. Pero no hemos perdido nunca el contacto, nos hemos ido enviando canciones. No nos conocíamos de nada, y al final nos hemos hecho amigos y compañeros de viaje. Hemos hecho canciones al ritmo de lo que nos iba pasando a la vida, de lo que nos apetecía escuchar y de lo que nos pedía la intuición. Trabajar con él ha sido fascinante».

En Mercurio y seda oímos la voz de tu padre, Enrique Morente. ¿Cómo fue encajar su voz y qué aporta su presencia a la canción? 

«Esta es una canción bastante singular, porque no tiene una estructura convencional, es más bien experimental. Oíamos que le faltaba alguna cosa, pero no lo acabábamos de encontrar. Pensamos, incluso, en descartarla. Hasta que un día me encontré con que Guille había hecho este sueño de rescatar la voz de mi padre. Liga muy bien con la energía y el ángel que tiene el disco, y me resulta muy emocionante».

¿Este intangible que comentabas al principio es el amor, la pasión, el deseo? El disco está lleno. 

«Sí, totalmente. Incluso canto a lo que no pudo ser, pero invocando, proyectando, para que pueda ser. Aunque a primera vista es un disco bastante melancólico, tiene un trasfondo luminoso, de ilusión por lo que pueda llegar y para que pase aquello que queremos. Hay veces que, para llegar, hay que atravesar por el dolor y el miedo, y por eso este disco también es un disco muy confesional y sincero».

La renovación del flamenco que estáis impulsando las nuevas generaciones, introduciendo electrónica, pop, fusión latina, etc. enriquece el género, pero también es arriesgado. 

«Que el flamenco encuentre soluciones y respuestas para que el público se sienta identificado con lo que representa el género es positivo. Pienso que el hecho que una cultura tan potente, rica y positiva como es el flamenco, se acerque a la cultura, siempre será bueno. Es verdad que ahora hay muchísimas propuestas, algunas más experimentales y otras no tanto, pero el flamenco es un arte vivo y siempre ha acompañado la humanidad».

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