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Investigación

El HU Instituto Pere Mata estudia los efectos del ejercicio físico en los pacientes con esquizofrenia

El objetivo es mejorar la salud «global» de los participantes a través de entrenamientos en grupo

Fotografía de archivo de las investigadoras Alba Valiente y Lourdes Martorell.

Fotografía de archivo de las investigadoras Alba Valiente y Lourdes Martorell.IISPV

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El Hospital Universitario Instituto Pere Mata está desarrollando un proyecto para evaluar el impacto que tiene la actividad física en los pacientes con esquizofrenia. En concreto, el objetivo es mejorar la salud «global» de los participantes con entrenamientos personalizados y la práctica en grupo. Con el nombre Vitactívate, es una iniciativa con financiación del Instituto de Salut Carlos III.

Se trata de la continuación de un proyecto que se encuentra en fase de análisis de datos. En la primera parte, se trabajó con grupos de ciudadanos con esquizofrenia o trastorno del espectro autista. Todos los participantes hacían deporte, pero, en el marco del estudio, después unos tomaban un cóctel mitocondrial —un conjunto de vitaminas, minerales y otros suplementos— y los otros, placebo. «Queríamos demostrar la hipótesis que mejorando la función mitocondrial se mejora la sintomatología del autismo y de la esfera de la esquizofrenia», comenta la psiquiatra e investigadora Alba Valiente.

Lourdes Martorell, bióloga e investigadora principal, expresa que, en muchas ocasiones, las investigaciones en torno a los trastornos mentales se concentran en los neurotransmisores. «Nosotros trabajamos con una hipótesis que es que el mitocondrio, que es el que genera la energía, y el cerebro necesita mucha para funcionar, podría tener un papel», detalla. Después de años de investigación sobre el orgánulo y los efectos de las alteraciones de su genoma, se quería detectar si el cóctel mitocondrial favorece las condiciones de la persona. «El ejercicio físico ya se ha visto que, de por si, mejora y, entonces, juntamos dos cosas en una», remata Martorell.

En esta segunda fase del proyecto, el equipo investigador se centra en los pacientes con esquizofrenia y cuenta con la colaboración de Biosfer Teslab, una spin-off de la URV y el IISPV que, con un programa, determina la tipología de entrenamiento más beneficiosa para cada usuario a partir de la recolección de características como la edad, el sexo, el consumo de tabaco y el perfil genético. Todo, permite disponer de unos resultados que, además de percibir los cambios en el rendimiento deportivo, permiten analizar la evolución del metabolismo.

En esta línea, Valiente añade que se pretende ver la salud mental «como la salud global». «La salud mental no se entiende sin la salud metabólica y la salud social, y el deporte lo representa», subraya. «En los próximos años, no se entenderá el tratamiento de muchas patologías de salud mental sin incluir el deporte, entendido como actividad física no sedentaria», suma.

La actividad sigue siendo en grupo. Además, en esta ocasión, el análisis se centra más en la vertiente del ejercicio físico, teniendo en cuenta que la adherencia al cóctel mitocondrial iba disminuyendo a medida que avanzaba la fase inicial. No obstante, la psiquiatra puntualiza que sí que se pueden controlar factores relacionados con las vitaminas y los minerales, como puede ser la dieta.

Si bien se encuentra en fase de análisis, las primeras evidencias de la parte inicial animaron a las investigadoras a continuar el proyecto, ya que los pacientes mostraban mejoras con la actividad física y el sentimiento de inclusión en un grupo social. «Se olvidaban de que estaban haciendo un estudio, la sensación era de decir ‘vamos a hacer deporte’», menciona Valiente. «Cuando acabó, se hizo un grupo que siguió haciendo deporte por sí mismo», cierra Martorell. Se espera tener las primeras conclusiones a finales de año.

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